sábado, 1 de noviembre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 4)



Los Señores de la Guerra, con este episodio tenemos ya al cuarto de ellos. Junto con el segundo, este ocupa el segundo lugar entre mis favoritos. ¿Por qué? Tienen que ver su historia.


El cuarto Señor de la Guerra orco, uno que es el paralelo de los paladines y... oh, es cierto.

ALERTA DE SPOILERS, VEAN EL VIDEO ANTES. NO CREO QUE DEMORE TANTO.
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Como iba diciendo, trata sobre como los orcos tienen algo en que creer y es gracias a este clan, liderado por un orco llamado Kilrogg. La creencia que tiene este clan es la inevitabilidad de la muerte. Sí, todos temen a la muerte, pero ellos no, la aceptan como parte de la vida.

Kilrogg tiene un inicio bastante interesante como hijo de un alguna vez gran líder quien ahora, sin embargo, está postrado en no una cama sino su trono (hey, los orcos son huesos muy duros de roer). En fin, el principio es interesante pues vemos al orco recolectar agua tomando muchas precauciones, paranoico de todo. Se revela que su tribu se vio obligada a huir de su lugar natal, expulsados por un enemigo, su líder actual los mantiene escondidos y pocos salen a buscar medios para la subsistencia del resto. Al volver con su padre reclama estas condiciones, pero el padre insiste en seguir con el encierro. "A veces un líder debe de tomar decisiones duras por el bien del clan", dice tajantemente.


Y entonces, en una pregunta del hijo, se nos revela El Ritual. Una tradición en la cual aquel que se convertirá en líder debe de bajar a la cripta, sacarse un ojo, el cual dará a cambio de una visión del futuro: La visión de su propia muerte. El padre, al parecer, vio una muerte muy diferente a estar escondido y enfermo en medio de una oscura guarida. Kilrogg, por su parte, ve algo asombroso. Su pueblo luchando contra sus enemigos y ganando. Él al mando de todos y no parando ante nada, ni siquiera la muerte lo atemoriza, la acepta sin temor.

Cuando regresa con su padre, este se da cuenta que ha visto algo interesante, pero nota su pesar. El hijo revela la visión y luego, lamenta el hecho de que su padre no estuviera en ella... antes de matarlo. Aquí es donde la frase antes dicha por el padre cobra sentido: "A veces un líder debe de tomar decisiones duras por el bien del clan". Creo que el padre no podría sentirse más orgulloso, en especial porque con su último aliento, explica que ESA fue la muerte que él vio.

Kilrogg sale y dirige a su clan a la victoria...

Me agrada la idea de sacrificar un ojo por conocimiento, es algo que se remonta a la mitología nórdica, cuando Odín dio el suyo para beber de la fuente del conocimiento. Además, muy pocos usan de ventaja el hecho de saber que morirán. Si sabes cuando vas a morir, eso quiere decir que nada hasta ese momento te matará, así que, ¡tienes que tomar ventaja de ello!

Y con esto tenemos al cuarto Señor de la Guerra... ¿Qué les pareció?

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 3)

¡Yuju! ¡Es miércoles! Es practicamente mitad de la semana y momento de poner algo interesante mientras más nos acercamos a Halloween. Y lo que tenemos hoy la historia del tercer Señor de la Guerra: Durotan.


Ok, a estas alturas ya deben de saber que primero deberían ver el video pues lo que sigue es básicamente un spoiler tras otro, pero, por precaución...

¡ALERTA DE SPOILER! ¡MIREN EL VIDEO PRIMERO! (Y tengan un pañuelo si creen que podrían necesitarlo)
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Esta historia es triste...

Es sencilla y llanamente triste...

Apenas leí el nombre de Durotan supe que sería una historia interesante de ver pues se trata del padre de uno de mis personajes favoritos en el juego: Thrall, un poderoso chamán orco que lidera a la horda en los juegos.

En fin, de vuelta con Durotan. La historia empieza cuando la madre del joven orco es mordida por lagarto y queda en lo que parece ser un coma profundo del cual podría o no despertar. La discusión que prosigue revela lo corto de carácter que es el joven Durotan, a pesar de pertenecer a un clan que se precia de controlar sus emociones. Y sí, es interesante ver que existe un clan así en una especie que es muy conocida por ser salvaje y brutal. Saber que existen elementos de su sociedad que son más autocontrolados es un dato interesante.

El nudo es interesante, Durotan y su fiel lobo, Colmitormenta, se quedan a vigilar la madre del primero, dejados atrás por el resto. Vemos llegar al primer lobo y, aunque lo derrotan, saben que pronto estarán rodeados de una manada entera.

Todo el climax es brutal. La forma en la que las imágenes se ven tan dinámicas es digna de apreciar. Vemos allí a Durotan perder por completo el control, se ve cegado por la ira y acabar con todos los animales... sólo la voz de su madre lo saca de ese frenesí. Es entonces que finalmente ve lo que ha hecho: sangre en sus manos y el cadáver de su fiel compañero, el lobo, frente a él. Lo que su madre le dice luego no hace las cosas mejor: "Habría preferido morir a ver a mi hijo convertirse en un monstruo".

El hecho de que Durotan eligiera usar la piel de Colmitormenta es genial, quizás algo pertubador para algunos, pero a mí me parece la mejor manera de recordar lo que puede pasar cuando nos dejamos cegar por la ira... una lección que el Jefe de Guerra nunca olvidaría.

Nos leemos...

sábado, 25 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 2)

Y siguiendo con la mini (¿micro?) serie de Los Señores de la Guerra, tenemos hoy una historia genial sobre el segundo líder: Grommash.



¡ALERTA DE SPOILERS! VEAN EL VIDEO (De nuevo, no dura más de seis minutos, creo que podrían tomarse el tiempo)

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La historia de Grommash es una genial. Ya desde que empiezan a narrarla nos percatamos de que está en una situación precaria, atado a un tronco de árbol en medio del desierto con el líder ogro frente a él. Me agrada la forma en la que alternan la historia de cómo llegó a ese momento junto con los días que pasa atado al árbol seco.

El antagonista es interesante. Los ogros tienen la fama de ser idiotas, pero este es bastante refinado y un experto en quebrar a sus víctimas. Podemos ver la forma en la que intenta desmoralizar a su víctima en cada día que lo visita. Se nota que disfruta cada momento y que no es la primera vez que hace esto. Sólo quiere una cosa: la satisfacción de que su víctim le pida morir.

Grommash por su lado también tiene sus momentos geniales. Seguro el momento más intenso es aquel en el que está junto a Golka (su pareja) y ésta le pide morir como guerrera (con el acero) cosa que él se rehusa en cumplir. Quizás su reacción parezca extrema, pero, según lo entiendo, Grommash no se ofendió porque ella fuera a morir sino por el hecho de que ella, al igual que sus otros guerreros, se había rendido. "Un grito de Guerra escupe en la cara de la muerte", es lo que él dice. Y cuando volvemos a la segunda ocasión de él atado al árbol, ya másdelgado y débil, nos damos cuenta que él sí es consecuente. No piensa pedir la muerte.

El clímax es estupendo. No podemos culpar al jefe ogro por realmente creer que lo había logrado. Grommash estaba tan raquítico además de que, tal y como le dijo, en ese momento no le quedaba nada. El ogro tenía más de una razón para estar seguro de que Grommash por fin se había dado por vencido y que pediría que lo matara. Tan confiado está que se acerca a él, acerca su oído a la boca de Grommash esperando oír las palabras que tanto anhela sin darse cuenta que ese es el plan del orco.

"Este lobo... este lobo aún tiene... ¡DIENTES!", son las palabras de Grommash antes de morderle el cuello y matarlo. Sin duda no fue problema para él deslizarse fuera de las cuerdas con lo flaco que estaba, ni recuperar sus fuerzas comiendo el cadáver del jefe ogro. Dicen que basta una gran historia para crear una leyenda... Ese día Grommash Grito Infernal creó la suya, la leyende del Jefe de Guerra con la voluntad de hierro.

Nos leemos...

miércoles, 22 de octubre de 2014

Los Señores de la Guerra (parte 1)

No, no es una historia que he creado es, en realidad, un pequeño análisis a cada uno de los video de la miniserie (incluso la llamaría Micro-Serie) Los Señores de la Guerra.

Creada previo al estreno del último juego de World of Warcraft, esta serie de videos nos aclaran el origen de cada uno de los jefes de la temida Horda de Hierro, un grupo de orcos que vienen de un pasado alterno luego de que uno de ellos (hijo de uno de los líderes) regresara a cambiar la historia, lo cual ha creado un mundo alterno, pero con la Horda buscando invadir el futuro usando armas y tecnología muy avanzadas para su época.

Dejando de lado ese confuso (y algo interesante para un mundo de fantasía épica) punto de lado, empezamos con el que, en lo personal, es uno de mis relatos favoritos:


¡ALERTA DE SPOILERS! VEAN EL VIDEO (en serio, está aquí mismo y no dura más de seis minutos)

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Esta es mi historia favorita entre los Señores de Guerra, en serio. Tiene todo lo que me agrada de una historia. Primero, un protagonista que vive una vida difícil, y cómo no, es un esclavo. Lo vemos debatirse con el grillete en su mano izquierda para alcanzar una roca. Hace un esfuerzo tan grande, pero se nota lo dificil del acto. Se nota su impotencia y cólera. Debe haber otra salida.

Entonces se presenta la esperanza de una promesa. En este caso, matar a otros cien orcos en un combate en la arena en un torneo de gladiadores. Vemos al protagonista rompiéndose el alma para lograr el objetivo (aunque la animación lo hace ver como que le fue algo sencillo) y, contra todo pronóstico, logra superar el reto. Ha ganado su recompensa... y todo resulta ser mentira. ¡Giro inesperado! (Ok, no tan inesperado si sabes que los ogros son unos malditos que nunca cumplen su palabra).

Es lo que sucede en el clímax lo genial. ya habíamos visto en un inicio a Kargath luchar por agarrar esa roca, sabemos que está fuera de su alcance, pero es el momento de dar el todo por el todo. El orco no sólo logra agarrar la piedra sino que toma la determinación de nunca más ser un esclavo. Es entonces que se da cuenta de que la piedra no podrá romper el acero, pero sí destrozar la carne. Es un momento intenso y brillantemente representado sin mostrar demasiada sangre, sabemos lo que hace para liberarse y vemos el resultado final. Kargath es libre y apenas se pone en pie para retirarse, vemos a los demás orcos salir de la oscuridad, viéndolo, sin duda lo que acaban de presenciar es algo que nunca esperaron ver.

Kargath no sólo consigue su libertad sino la de todos sus compañeros. Todos destrozando sus manos para liberarse. Sé lo que pensarán: que después del tercer o cuarto orco que se hubo liberado no era necesario que el resto se cortara la mano. Pero luego noté que esa mano era el símbolo de su esclavitud, esa mano era la que tenían atada a los grilletes que los mantenían prisioneros. Cortándolas, desponjándose de ellas compraron su libertad y se aseguraron que no serían los esclavos de nadie.

Y eso, amigos, es un mensaje poderoso. Y tan sólo es el primer Señor de la Guerra. El segundo es una historia igual de intensa.

Nos leemos...

jueves, 25 de septiembre de 2014

El guerrero y el mago (parte 12)

En muchas circunstancias, tratar de entrar a un lago lleno de no sólo muchos guerreros hostiles sino de un poderoso hechicero de otro mundo no es la mejor de las ideas. Pero traten de explicarle eso a un militar determinado.

El Coronel vuela al punto de salida de los batracios en el lago. El místico llamado Espejos sigue revolviendo el agua en los alrededores con giros cada vez más cerrados. El mago no puede evitar notar al militar y tras lanzar algunos soldados invasores fuera del camino se apresura el deslizarse hasta alcanzarlo.

—Coronel, ¿necesita ayuda con algo?
—Espejos, ¿verdad?
—Así me dicen.
—¿Puedes sacar al sapo del agua? —pregunta el Coronel mientras manipula algunas varas de metal en el área central de aquella zona.
—No creo, algo me impide manipular el agua aquí—explica el místico—. Pero quizás indirectamente. Aunque necesitaré ayuda de Misti.
—Entonces consíguela—ordena el militar mientras introduce sus varas como lanzas y empieza a revolver el agua—. Si lo sacamos a él. Entonces habremos terminado con todo.

Espejos asiente y levantando su cayado lanza una seña de luz que estalla en el aire captando la atención de su compañera, quien en ese momento está al lado de Uros conteniendo a un grupo regular de soldados que parecen tener algo de agua almacenada dentro de sus gargantas.

—¿Qué es eso? —pregunta el manipulador de tierra mientras se escuda de un chorro y luego lanza piedras a toda la fila frente a ellos.
—Una señal de mi compañero—responde ella mientras empieza a moverse por entre sus atacantes lanzando bolas de fuego que se esfuman al impacto—. Debo ir.
—Les daré una mano.
—Aún debemos derrotar a estos.

Por toda repuesta, Uros golpea la tierra con su pie derecho y pilares sólidos se proyectan desde el suelo, dispersando a todo el grupo que los rodeaba.

—¿Por qué no hiciste eso desde un inicio?
—Quería tenerlos distraídos. Pero creo que lo tuyo es más importante.

Misti le sonríe y ambos se encaminan a la orilla. Uros desplaza un poco de tierra para usarla a modo de tabla de surf. Más de los batracios hacen su aparición saliendo del agua intempestivamente. El viejo místico que los acompañaba entonces cae frente a ellos y tras chasquear sus dedos, hace que los soldados salgan volando en la dirección opuesta a la que se estaban lanzando.

—Yo los contengo—les dice con serenidad—. Ayuden a todos.

Uros asiente y Misti se pega a él sobre la roca para deslizarse hasta el punto donde Espejos y el Coronel se encuentran apartando a los corpulentos soldados que emergen del agua.


Apu Cápac por su lado sigue pasando por el campo de batalla inmovilizando oponentes con ataduras de luz y volviendo su cuerpo neblina para eludir los ataques. Puede percibir a lo lejos a sus compañeros reuniéndose en el lago al lado de El Coronel.

—Espero que no sea lo que me imagino—murmura para sí.

Un soldado salta contra él, cuchillo en mano, pero el mago no tiene ni que mirarlo. Un simple escudo de energía lo rechaza con suma facilidad y él sigue avanzando hacia donde se encuentra la joven llamada Wayra mandando a volar a varios personajes con un ciclón que genera a su alrededor. Ella lo ve aproximarse e inclina la cabeza respetuosamente.

—Wayra, es un gusto verte—dice Apu Cápac por toda respuesta—. Pero de momento necesito que te asegures que no haya gente fuera del domo. Estoy seguro de que a estas alturas ya ha llamado la atención de más de uno y que seguro se están acercando.
—De hecho sí, había gente siguiéndonos—comenta ella—. Pero creo haberlos dejado atrás.
—De todos modos, agradecería que te aseguraras que nadie entre o esté cerca, esto puede estar a punto de ponerse muy peligroso.
—Sí, señor—responde ella y de una alto se eleva en una corriente de aire hacia el exterior.

Apu Cápac entonces nota a joven teniente que hacía un momento estaba junto El Coronel. Parece tener problemas en mantener un grupo de soldados bajo su control, pues aunque están inmóviles no hacen nada contra un segundo grupo que pasa por su lado sin recibir respuesta alguna. El mago entonces se lanza hacia ellos, inmovilizándolos con una atadura conjunta y luego gira hacia el joven.

—¿Está bien?
—Sí, es sólo que no estoy al 100%—comenta el Teniente mientras parece tener la mirada perdida en la superficie lago—. Sigo intentando dar con Manutak. El Coronel quiere que intente aturdirlo para que no se defienda.
—Debes tener cuidado, estoy seguro de que él no tomará una intromisión en su mente nada bien—mira a sus compañeros reunirse con El Coronel—. ¿Dices que lo atacará?
—Sí, quiere acabar con esto de una vez y… espere, lo tengo está…—sus ojos se abren de par en par—. Oh, demonios. Quiere matar a todos y… AHHHHHH…

El joven se lleva ambas manos a la cabeza y de pronto su nariz empieza a sangrar. Tras una ligera sacudida cae al suelo aún con los ojos abiertos y moviéndose en todas direcciones. Su respiración se vuelve muy agitada. El mago de inmediato lanza un hechizo con su mano libre que frena en movimiento de sus ojos, luego apunta con su cayado al pecho del militar y esto regula su respiración. No obstante, éste parece haber quedado desmayado.

—Oh, no…—dice al percatarse de algo gira intentando llamar la atención de sus compañeros, pero otro grupo de soldados emerge—. Esto no es nada bueno…

El grupo se lanza a atacarlo, él sólo se defiende. No sin antes lanzar una esfera de luz al cielo que estalla como fuegos artificiales aunque sin hacer mayor ruido.


En medio del lago, el grupo de místicos parece estar concentrado en el punto que el Coronel ha marcado con sus varillas metálicas. Espejos parece rezar, con sus manos entrelazadas y cabeza agachada. Misti se ha sentado en la roca que Uros mantiene sobre el agua y este último parece algo intranquilo entre ellos. Entonces ven la esfera de luz que Apu Cápac ha lanzado.

—Creo que necesitan ayuda allá—comenta Uros girando a ver al grupo de soldados atacar al mago.
—Sí, creo que Apu Cápac tuvo una charla con tu amigo—comenta Misti mientras se pone en pie—. Creo que esa es una señal de precaución. Quizás debiéramos…
—Lo tengo—dice Espejos abriendo los ojos y separando las manos—. Está aquí y creo poder mover el agua ya.

Mira a El Coronel y a su colega. Ella luce algo insegura.

—Hazlo—ordena el militar con tono severo.

El hechicero de pie en el agua abre ambas manos en una mímica digna de patriarca bíblico y al momento esta se abre en un inmenso remolino quedando él en el aire con El Coronel a unos metros y con Uros y Misti sobre la roca.

Sin embargo, a pesar de haber despejado toda el agua es posible ver en el lecho del lago una burbuja de agua en la que Manutak aún parece estar concentrado en algún hechizo. El agua está tan turbia que no se percibe lo que hay dentro, sólo se aprecian corrientes de diversos tonos de purpura desplazándose.

—Hay que romper eso—ordena El Coronel.
 —Me temo que necesitaré tu roca, amigo—comenta Misti mientras empieza a concentrar fuego en su manos.
—¿Dónde vamos a pararnos entonces?—pregunta Uros, comprensiblemente preocupado.

Su respuesta llega al segundo siguiente cuando El Coronel los envuelve con metal alrededor de la cintura para mantenerlos en el aire. Al momento siguiente Misti pone sus manos en la roca la cual empieza a agrietarse en varias partes de las que escurre magma. Una vez todo está ardiendo ella hace un ademán y lanza todo contra la esfera de agua.

—Creo que sería buena idea apartarnos—dice ella mientras la roca ardiente se acerca a su objetivo.

Todos entonces se alejan del lugar y cuando la roca impacta se produce un gran estallido que arroja vapor de agua y fragmentos de roca. Pero pronto se hace evidente que su ataque no tuvo el efecto deseado cuando Espejos opta por volver a soltar el agua y deslizarse sobre su superficie a toda velocidad hacia ellos.

—Fue muy tarde—dice mientras se les acerca.

De entre el agua emerge un inmenso ser, un colosal elemental de agua oscura con la forma de un inmenso sapo humanoide. Parado sobre su cabeza está Manutak ondeando su báculo y apuntando a sus oponentes.

Apu Cápac mira al elemental por unos segundos y se pone de pie. Justo en ese momento regresa la joven manipuladora de viento.

—Santo Dios—dice mirando al sapo gigante de agua y luego se percata en el el teniente tirado en el piso—. ¿Qué le pasó?
—Estará bien—dice el mago mientras termina de conjurar unos hechizos sobre el joven—. Protégelo hasta que recupere la consciencia. Tenemos un sapo que derribar.

Y tomando forma de niebla, Apu Cápac se desplaza hasta su enemigo.

Este es el momento donde se define la verdadera fortaleza de una persona… y realmente muchas te sorprenden…
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Y se acerca la batalla final. ¿Podrán derrotar a la creación de Manutak? ¿Vendrá algo peor? Todas las respuestas en la siguiente parte...

Nos leemos...

martes, 23 de septiembre de 2014

Notas: Oh, rayos, como vuela el tiempo.

De seguro se preguntarán, ¿por qué Edwin no ha actualizado nada en dos meses? Pues simple y sencillo. Hace un mes estuve de viaje por unas 3 semanas, realmente fue un viaje espectacular y revelador, pero que me consumió mucho del tiempo libre, además del hecho de que estuve desconectado del mundo por todo ese tiempo. ¿Y que he hecho en todo el siguiente mes? Pues he estado trabajando... y aunque eso realmente no es excusa para no seguir escribiendo si me ha interrumpido los horarios que usaba normalmente.

Pero como nada dura para siempre, ya he encontrado una ventana para seguir escribiendo y por eso mañana mismo seguiré poniendo lo que falta de la historia.

Y para que no se quede en algo random, algunas fotos del viaje:

Es solo una montaña...
Son fetos de alpaca disecados... lo sé, creepy...
Y el resto lo tengo en video, que está tomando siglos en subir, así que mientras lo convierto, ¡tengan un buen día!

Nos leemos...

jueves, 24 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 11)

La tensión es palpable en el campo de batalla, los soldados de Manutak lucen algo intimidados a pesar de que los recién llegados apenas son cinco. El hechicero batracio es el primero en iniciar el ataque, pero Apu Cápac crea un escudo que bloquea su hechizo y luego lanza una ráfaga que lo desarma. Manutak no lo espera, lanza su lengua para recuperar su báculo y salta detrás de sus filas, sus corpulentos soldados salen al frente.

—Tu apertura, Coronel—comenta el mago.
— ¡Ataquen! —ordena el aludido con su voz más autoritaria.

El joven de terno es el primero en entrar al combate los soldados saltan hacia él, pero éste sólo fija su mirada en ellos y ellos caen a diferentes lados sin acertar a él Luego se ponen de pie y empiezan a luchar entre ellos. Cuando otro grupo intenta acercarse el primero se da media vuelta y se lanza contra éste causando aún más confusión.

Por otro lado la chica de pelo negro chopa de lana crea vórtices y fuertes ráfagas de viento que usa para derribar a todos sus oponentes con efectividad. Incluso un grupo entero cae fácilmente cuando crea un pequeño tornado que los manda a volar con bastante facilidad.

Finalmente entre los últimos llegados están tres personas: dos de ellos son hombres, uno ya con el pelo canoso y barba gris mientras que el otro relativamente más joven tiene el pelo marrón claro y usa un par de lentes de montura delgada, la otra es una chica de al menos uno 30 años y estatura media. Todos comparten ese aire tranquilo de gente que ha contemplado cosas peores.

El más viejo se lanza contra el grupo de los soldados de élite quienes empiezan a hinchar sus gargantas. Este no se detiene y sigue avanzando como si nada. Entonces los soldados sueltan su atronador grito, pero el efecto de este parece detenerse antes de llegar al sujeto, a medida que avanza parece que algo lo protege e impide que el devastador efecto sónico lo toque si bien si daña el suelo y hace ondular el aire.

Cuando finalmente llega a pocos metros de él, levanta una de sus manos y chasquea lo dedos. De él brota una onda de sonido que golpea a todos los corpulentos soldados y los manda a volar de vuelta al agua. El hombre sólo sonríe ligeramente, aunque al momento siguiente luce preocupado al notar como salen más y más soldados si bien estos son golpeados por ráfagas de aire, tierra que mueve Uros o pedazos de metal que lanza El Coronel.

Los dos sujetos que quedan se acercan a Apu Cápac. Este los saluda con un gesto de su cabeza.

—Saludos Apu Cápac—dice la chica mientras se inclina ligeramente—. ¿Cuál es la situación?
—Hola Misti, hola a ti también Espejos. Gracias por venir. Hay un portal hacia un mundo más allá del nuestro—explica el mago.
— ¿Uku Pacha? —pregunta el llamado Espejos.
—No, un verdadero mundo alterno—prosigue Apu Cápac.
— ¿Has probado sellarlo? —pregunta la chica llamada Misti.
—No es posible desde este lado, alguien tendría que ir al otro para sellarlo definitivamente.
—Ya veo, bueno, entonces, alguien tendría que sacrificarse—comenta Misti.

Se guarda un momento de silencio entre los tres, o al menos uno relativo por los ruidos de combarte que llegan de todos lados.

—Por cierto, ¿has notado que un grupo de los soldados está moviéndose hacia la parte más profunda del lago? —interviene Espejos.
—Quizás se vea como un domo, pero esto es una esfera. No podrán salir ni aunque excavaran en la tierra—explica Apu Cápac—. Al menos mientras siga vivo.
—Descuida, te cuidaremos la espalda, hermano—comenta Espejos.
—Así es, para eso estamos los místicos—afirma Misti.

Justo en esos momentos un grupo de soldados saltan sobre ellos de la nada, intentando cogerlos lanzando sus lenguas. Misti es la primera en moverse ondeando sus manos con lo que se alza un muro de fuego que disuade a los soldados de proseguir su ataque. Luego espejos extrae de la nada un bastón tallado de una rama y lo golpea contra el suelo, de este emergen raíces que atan a los atacantes dejándolos inmóviles.

—Bueno, ¿cuál es el curso de acción ahora? —pregunta Espejos, como si nada acabara de pasar.
—Avancemos, encontremos a Manutak y procuremos retornar a los que están en este lado hasta su mundo sin herirlos—comenta Apu Cápac—. Entonces, veremos cómo cerrar ese portal de una vez por todas.
—Veo que El Coronel está aquí—comenta Misti—. No creo que él siga lo de “sin herirlos”. De hecho, yo misma tendré problemas con ello.
—Entonces procura no matarlo—dice el mago.
—Como digas.

Misti entonces se rodea con fuego y se lanza contra los soldados más cercanos lanzando bolas de fuego a diestra y siniestra si bien intentando no darles directamente. Espejos, por su lado se une también a la lucha, deslizándose al agua y empezando a esquiar sobre la superficie mientras manipula un poco para crear olas y remolinos que usa para sacar a la superficie a los soldados que están sumergidos.


En tierra firma la batalla prosigue mientras el joven de terno sigue manipulando a cada soldado para que luchen entre sí. Sin embargo pronto un soldado logra llegar a él e intenta usar uno de los cuchillos de cerámica para atacarlo. Por toda respuesta saca una pistola y le dispara en el pecho. No obstante, no hay daño pues la armadura del batracio es suficiente para detener la bala.

—Oh, mier…—empieza a decir, pero el batracio es lanzado hacia atrás si bien algo dificultosamente. Al momento siguiente la bala sale de la armadura y vuelve a golpearlo con más fuerza, atravesando finalmente la protección.
—Coronel—dice el joven notando al militar acercándosele y haciendo un saludo militar.
—Teniente, estoy retirado, ya no tengo rango—comenta El Coronel—. Pero, tengo una duda, ¿qué hace usted aquí?
—Ehhh… Vacaciones… Estaba visitando Cuzco.

El Coronel mira hacia el otro lado en el campo de batalla donde la chica con la que el Teniente vino sigue lanzando ráfagas contra sus oponentes y manteniéndolos a raya.

—Veo que ha mejorado—comenta el Coronel mientras alza el vuelo—. Y usted debe ser más cuidadoso.
—Lo haré, señor.
—Ahora, dime ¿dónde está al que llaman Manutak?

El Teniente se concentra y busca entre toda la algarabía y soldados mientras El Coronel aleja a los que se acercan usando piezas de metal que tiene aún a su alrededor.

—Lo encontré—dice el Teniente alegre consigo mismo—. Está dentro del lago.
—Vamos por él entonces.

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¡Nuevos personajes! Eran necesarios para la batalla pues no sería creíble que solo 3 detuvieran a todo un ejército. Aún así deben concentrarse en cerrar el portal. Y siento que esto se está pareciendo cada vez a Los Vengadores, lo cual no era mi intención.

viernes, 18 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 10)

El Coronel es el primero en reaccionar de entre todos. En un rápido ademán lanza, de entre sus creaciones metálicas orbitándole, una vara de metal contra Manutak al tiempo que usa el mazo para golpear a los soldados que están cerca. El hechicero batracio de inmediato crea un escudo de energía oscura que repele la varilla sin problemas, pero el mazo llega al siguiente momento, impactando tan fuerte que lo hace retroceder un poco.

—Impresionante, simio—dice el hechicero batracio mientras le apunta con su báculo—. Serás el primero en caer.
—Después de ti, sapo—responde el aludido mientras golpea una vez más con su mazo haciéndole perder al hechicero la concentración por un momento.

Los soldados de Manutak restantes saltan en ese momento contra El Coronel, algunos extraen unos cuchillos militares de lo que parece cerámica, otros disparan sus lenguas para golpearlo o atraparlo, pero Uros levanta una muralla de tierra para defenderlo a tiempo.

En un momento, más y más soldados salen del agua y Manutak se pierde entre ellos mientras empieza a ondear su báculo. Apu Cápac interviene, pero ante la marejada de oponente se ve obligado a inmovilizar a varios soldados que intentan atacarlo. Incluso luego de esto varios intentan apilarse sobre él, lo que lo fuerza a desvanecerse en niebla.

—Oh, vamos, ¡pelea! —le grita su compañero militar mientras con pinzas de metal que ha formado coge a uno de los soldados y lo arroja contra un grupo—. ¡Estos sujetos quieren nuestro mundo y nuestras vidas!

Con un gesto divide las pinzas en dos, forma un par de largos mazos y empieza a golpear a diestra y siniestra a los batracios soldados al tiempo que sobrevuela por el lago intentando encontrar a Manutak. Su atención, sin embargo, es desviada cuando varios de ellos disparan sus lenguas sujetando sus extremidades. El tirón es fuerte, pero en un giro de sus piezas de metal corta las lenguas limpiamente. Alcanza entonces a ver a Manutak siendo escudado por sus corpulentos guardias antes de sumergirse en el agua. Cuando intenta avanza, sin embargo, más soldados salen del agua y lo atacan.

Uros, por su lado, está intentando mantener a los batracios en el agua elevando la tierra en murallas y manipulando el suelo para lanzarlos de vuelta. Sin embargo, no faltan los que saltan lo suficiente para llegar a él, uno hasta logra lanzar su lengua y cogerlo del cuello. Por suerte logra lanzar una roca contra su atacante y liberarse, pero al momento siguiente al menos media docena ha logrado saltar su muro. Sin muchas opciones opta por sumergirse en la tierra cuando estos llegan con sus cuchillos a atacarlo quedando estos confundidos por un momento. Entonces, el manipulador de tierra proyecta pilares sólidos del suelo para golpearlos. Tras esto emerge y eleva mucho más las murallas. Para luego impulsarse hacia el tope de esta y ver lo que está pasando. La niebla que conjuró Apu Cápac entonces se eleva con él. Uros sonríe al ver cómo pasa por su lado.

El Coronel, por su parte, sigue golpeando a cuantos oponentes puede, dejando a varios malheridos a su paso para llegar con los guardias de Manutak. Cuando finalmente llega con ellos, éstos hinchan sus gargantas, listos para lanzar el ataque de sonido anterior. Sin embargo, el militar sabe qué hacer ahora, se eleva rápidamente rompiendo la barrera del sonido, saliendo del domo en el proceso. La onda de impacto que esto genera deja a varios de los batracios aturdidos, los más cercanos hasta caen al suelo.

La niebla blanca de Apu Cápac empieza entonces a esparcirse sobre el lago y rodear a los soldados, los cuales parecen algo atemorizados, pero entonces Manutak aparece de entre sus corpulentos protectores manipulando agua de color oscuro que esparce en el ambiente mientras recita un hechizo, esto parece repeler en parte a la niebla blanca. Cuando termina su rezo esta brilla de un color púrpura intenso antes de expandirse en vapor oscuro que rodea toda el área dentro del domo dorado. Cuando impacta en las murallas que ha creado Uros, estas empiezan a disolverse en fango oscuro, con lo cual el manipulador de tierra se obligado a saltar al agua. El Coronel entonces intenta atacarlo una vez más con su mazo, pero el metal se oxida y desaparece rápidamente.

—Han perdido, ríndanse—croa Manutak mientras apunta al Coronel con su báculo—. Aún con los que has matado aquí, tenemos muchos refuerzos más en nuestro mundo.

El Coronel está por responder cuando una voz resuena en su oído. Se da cuenta que un ligero hilo de neblina blanca está rodeándolo.

Retrocede—parece decir la calmada e inconfundible voz de Apu Cápac.
— ¿Qué? —responde el militar en un susurro también.
Retirada táctica.

El Coronel entonces se fija en que el hilo de niebla blanca retrocede hasta donde cayó Uros y rápidamente la sigue, alejándose de Manutak quien parece interpretar esto como un intento de escape. Se limita a  dar media vuelta y congregar a sus soldados, de los cuales salen cada vez más del agua.

—La victoria es nuestra, camaradas—anuncia mientras avanza con sus guardias corpulentos rodeándolo—Acabemos con la escasa resistencia que queda.

El grupo marcha hasta llegar al punto donde la muralla de Uros se ha disuelto. Manutak lanza un hechizo al suelo solidificándolo para seguir su paso sin problemas junto a su ejército. Sin embargo cuando al menos dos batallones ya están en tierra se eleva una nube de polvo. Manutak ríe mientras ondea su cayado.

— ¿Creen que esto nos detendrá ahora? —comenta mientras un viento empieza a disipar el polvo.

El primero en ser revelado es el militar, flotando, ahora con más metal rodeándolo y tomando forma de sables y mazas.

—Bueno, adivina qué, sapo—dice El Coronel con un tono de ironía muy evidente—. Nosotros también tenemos refuerzos.

En efecto, muchas más figuras se revelan de entre el polvo. La primera es salir es una chica de unos 20 años de edad, tiene largo pelo negro y viste una chompa de lana y pantalones jean. A su lado otro joven vestido con terno, con camisa blanca desabotonada y sin corbata. Uno a uno, los héroes que han llegado se revelan para sorpresa de Manutak.

Cuando el polvo se ha disipado del todo, ambos grupos, de batracios y de humanos, están listos para lo que será la batalla decisiva.

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Y con esto se da pie a la batalla decisiva. El final se acerca y pronto veremos que tan peligrosos son los contricantes de ambos bandos.

Nos leemos...

viernes, 11 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 9)

Uros se limpia el polvo de su ropa mientras a su costado Apu Cápac expande un poco más el brillante domo, cubriendo ahora un área mucho más grande de la superficie del lago llenando más espacio de luz dorada. El Coronel, por otro lado, no está a ningún lugar visible.

— ¿Crees que hacer esto es lo correcto? —pregunta de pronto el mago mientras cesa su conjuración.
—Sabes que no soy un luchador, por eso lo llamé a él. —El manipulador de tierra se muestra algo indiferente—. No es precisamente agradable, pero él ha vivido muchas situaciones como estas.
—Es sólo que no creo que debamos empezar una guerra.
—La guerra ya ha empezado—interviene el mismo coronel mientras llega volando—. Y ellos la han buscado.
— ¿Y eso nos da el derecho a responder?
—A veces tienes que aprender cuándo luchar de vuelta, Perú.
—Y a veces tienes que aprender cuándo no, Coronel.
— ¿No pelear te ha servido de algo?
—Contra ti, ¿lo has olvidado?

El militar frunce un momento el ceño, pero no pierde la compostura. Se fija en la superficie del lago y se eleva en el aire nuevamente para flotar hasta el punto de ingreso entre mundo. Junto a él leva algunas esferas de metal levitando a su alrededor.

— ¿Listo para esto? —pregunta mientras convierte las esferas en diversidad de armas cortantes, lo que parecen pinzas y una maza.
—Con dudas, pero lo haré—responde Apu Cápac mientras nuevamente traza un camino de luz y avanza hacia donde está el militar.
—Esperen, les daré respaldo—dice Uros.

Con varios ademanes eleva varias capas de tierra y forma un aro que avanza hasta rodear la zona en la que El Coronel se encuentra.

—Interesante—comenta el Coronel ruidosamente—. Pensé que solo podías manipular tierra aún conectada al suelo.
—Pues si morimos, al menos tú lo harás sabiendo una cosa más.
—No vamos a morir—comenta Apu Cápac mientras apunta su báculo a la superficie del agua—. Todos estaremos bien.
—Eso espero—dice el militar mientras prepara sus armas— ¡AHORA!

Apu Cápac ondea su cayado abriendo en la superficie del agua un portal a lo que parece un cielo nocturno lleno de nubes tormentosas. Si bien resulta un espectáculo impresionante ver finalmente el otro lado de ese nexo entre mundo, a pesar de los truenos y  relámpagos que inundan el ambiente, saben que no deben detenerse. Tras unos segundos de mirar la vista, Apu Cápac avanza hacia el borde.

Desde el otro lado nadie parece estar viendo o haber notado la apertura del portal. Lo cual extraña al mago, sin embargo, es rápidamente evidente el porqué de esto cuando es distraído por un relámpago que ilumina lo que parece un edificio a la distancia. A la luz de más relámpagos se puede percibir que es un edificio con señas de un bombardeo reciente. Luego se da cuenta que mucho del ruido no es sólo relámpagos sino también disparos y gritos.

—Hay más en juego de lo que nos dijeron—comenta el mago.
— ¿A qué te refieres?

Apu Cápac entonces se lanza al portal. A pesar de las protestas de sus compañeros. El aire al otro lado de pronto se vuelve más denso y viciado. Se lanza un hechizo protector a su alrededor. En efecto, el lugar donde se encuentra parece ser un lago artificial creado con apenas unos 50 metros de diámetro. Rodeando todo están los remanentes de vallas y tecnología. Los relámpagos iluminan no muy lejos de allí un campo de batalla con grupos de soldados atacándose hasta que un par de relámpagos oscuros destrozan a uno de ellos. Apu Cápac puede distinguir a Manutak dirigiendo al otro grupo, no tiene dudas de que quizás la misma tormenta fue conjurada por él.

Entonces algo lo coge por la cintura, por un momento pensó que era un enemigo, pero era un pedazo de metal que El Coronel ha lanzado para sacarlo, lo cual en efecto pasa en cuestión de segundos. Apenas pasa de vuelta a su mundo lanza un rayo dorado hacia el portal en el agua, el cual llega hasta el cielo al otro lado y despeja las nubes, quitando los relámpagos del cielo. Sin embargo ni aún así es posible ver estrellas o la luna. Sin embargo, pronto se empiezan a oír voces. Y también una protesta de El Coronel.

— ¿Por qué hiciste eso? —pregunta mientras se oye la marcha de lo que parecen muchas personas.
—Ellos están peleando entre ellos, no todos están de acuerdo con invadir. Quizás aún podamos razonar.
—Bueno, eso llamará su atención—comenta Uros mientras atrae la tierra hacia sí.
—Todos tomen su posición—ordena El Coronel aún fastidiado—. Y no creo que vengan a charlar.
—Cerraré el portal entonces—dice Apu Cápac mientras vuelve a ondear su bastón y con lo que la ventana al otro mundo se cierra nuevamente para dejarlos una vez más aislados de ellos.

—Debiste aprovechar la situación y cerrar el portal del otro lado—comenta el Coronel.
—Están en un conflicto ellos mismos. Si ha gana el otro bando quizás podamos acordar algo menos extremo para todos.
—Lo dudo.
— ¿Por qué?
—Porque creo que les diste una razón para unirse—comenta El Coronel apuntando al lago.

La superficie del agua se agita y ahora sale lo que sólo puede definirse como una legión entera de soldados batracios. Todos vistiendo las mismas armaduras de combate, pero en lugar de cascos y armas metálicas parecen tener una protección de una fibra resistente y carecer de armas. Esto toma por sorpresa al Coronel quien al parecer intentaba manipularlos directamente usando el metal del cual ahora carecían.

—Bueno, a improvisar—se limita a decir mientras les arroja grandes piezas de metal que tenía dispersas en la orilla.

Uros no espera para lanzar grandes pedazos de tierra y rocas contra la oleada de soldados, estos saltan y extraen lo que parecen armas hechas con la misma fibra que sus cascos. Apu Cápac, por su lado, se limita a lanzar lo que parecen ataduras de energía, por lo que los soldados a la vanguardia son los primeros en caer a pesar de su superioridad numérica.

Pero entonces, de detrás de ellos emergen los mismos soldados robustos que antes habían ayudado a Manutak a llevar al resto de vuelta a su mundo. Estos guerreros más imponentes se retiran los cascos revelando unas robustas caras de batracios humanoides, algunos incluso tienen cicatrices. Todos aspiran aire por su boca rápidamente y, antes de que cualquiera pueda reaccionar, liberan un bramido tan fuerte y poderoso que manda a volar a sus propios compañeros frente a ellos.

El impacto sónico incapacita a El Coronel y a Uros, pero Apu Cápac se apresura en escudarlos con uno de sus hechizos protectores antes de que reciban más daño. Las oleadas de soldados batracio no cesan y ellos pronto se ven superados en número.

— ¿Alguna idea? —pregunta el mago mientras expande sus barreras para repeler ataques y evitar que ataquen a sus compañeros.

La respuesta, no obstante, no llega de ellos.

—Pueden empezar por rendirse—dice Manutak mientras sus soldados abren paso para él—. Esto se acabó. Hemos ganado.

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Y aquí la siguiente parte. Tenemos un vistazo del mundo de los batracios. Y si bien es posible que Manutak hubiera invocado esa tormenta, lo cierto es que el cielo tampoco está muy limpio que digamos.

Como él mismo dijo, es un mundo llevado al límite. Y un mundo así se llena de gente desesperada. Pero quizás la intención de Manutak no sea la más noble tampoco.

Nos leemos...

viernes, 4 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 8)

Las aguas del Titicaca siguen tranquilas y el domo dorado brillante sigue iluminando el lugar. El Coronel ha terminado de evaluar todo el terreno y sigue examinando la superficie, sin embargo, algo parece tenerlo intrigado.

—Alguien tómese un momento para explicar de dónde vienen esas criaturas, por qué estaban aquí y cómo hacen para llegar—comenta con una voz serie mientras gira a sus compañeros.

Apu Cápac entonces se pone de pie. Parece ya estar descansado.

—Este mundo—dice mientras se para a su lado y señala el agua con su cayado—, todo lo que ves, es el reflejo de otros mundos. Cada cual variando como puede variar lo que observas en el agua dependiendo de tu posición.
—Hablas de una Tierra alterno, ¿verdad? —le corta El Coronel—. ¿Son de un mundo paralelo al nuestro?
—Esa es una forma de decirlo—admite Apu Cápac algo sorprendido—. Veo que el concepto no te es…
—Mis sobrinos ven una serie que en un episodio trató de ese tema—admite el militar—. Cuando cuidas a unos niños regularmente, terminas absorbiendo algo de ellos.
—Sí, respecto al por qué están aquí. Hace algunos años descubrieron un método para acceder a los otros mundos. Junto con mi predecesor logramos hacer contacto con un grupo de exploración. Su líder se llamaba Atanud. Nos explicó que su mundo estaba en una crisis, la contaminación, la sobrepoblación y la escasez de alimentos y agua limpia había dejado a su planeta al borde del colapso. Acordamos ayudarlos. Les dimos muestras de nuestras plantas y especies animales, esperando que pudieran prosperar en su mundo. Sin embargo, todo parece haber ido muy mal y ahora quieren tomar nuestro mundo por la fuerza—el mago luce algo preocupado—. Pensé que Atanud lo lograría. Supongo que fue tarde.
—O quizás querían que fallara y no les gustó que no fuera así.
— ¿Qué quieres decir?
—Que quizás apoyaron su empresa en un inicio porque no creyeron que lo lograría. Posiblemente esperaban que su fracaso les diera la carta blanca para tomar medidas extremas. Pero cuando se dieron cuenta de que estaba funcionando, muy probablemente ganando el apoyo de la gente en el proceso se dieron cuenta de que no podrían ejecutar su plan.
— ¿Sabotear la supervivencia de su propia especie?
—No dudo que la forma en la que tu amigo batracio quería resolver el problema en su mundo era buena, pero hubiera tomado tiempo. De seguro ellos querían resultados inmediatos.
—Vale la pena esperar para ciertas cosas.
— ¿Y qué hacer mientras tanto? ¿Dejar que el mundo arda a tu alrededor? Hay veces donde es necesario ser decisivo y entrar a la acción.
—Entiendo que tu gente sea de ese pensar.
— ¿Mi gente? —El Coronel parece un poco irritado.
—Me refería a militares—se apresura a responder el mago al darse cuenta de cómo lo ha interpretado su compañero—. Buscan siempre soluciones rápidas, sobre la marcha, en momentos de crisis.
—No, no siempre. También pensamos a largo plazo. No nos empaquetes a todos en la misma caja. Yo no ando diciendo que los magos sean unos idealistas sin remedio.
—No somos todos así, entiendo tu punto.
—Es un progreso, ahora, ¿cómo funciona lo de ir a otros mundos?

Apu Cápac se limita a tocar la superficie del agua, calma hasta ese momento, con la punta de su cayado. Hay una ligera ondulación.

—Ellos tienen algo en su magia que conecta a su mundo con el nuestro mediante cuerpos de agua. No tengo idea de por qué exactamente este punto es el que lo conecta, pero está aquí. Allí, para ser exactos. —Señala un punto adelante, la ondulación choca contra lo que parece ser un círculo invisible en el agua—. Es relativamente grande.

El Coronel luce algo confundido. Alza el vuelo y se desplaza hasta ese punto con suavidad. El círculo que evitar la ondulación tiene al menos 25 metros de diámetro hasta donde puede percibir. Regresa con el mago de inmediato.

— ¿Y no puede cerrarse? —pregunta él con calma mientras aterriza junto a Apu Cápac.
—Ya lo he intentado, pero todo parece indicar que algo al otro lado evita que se cierre. Deben estar invirtiendo muchos recursos sólo en mantenerlo abierto. Y aún no vienen.
—Entonces, ¿cómo lo cierras?
—Tendría que hacerlo desde el otro lado. Lo cual, creo yo, es lo que están esperando.
—Porque sería un suicidio. Quieren que vayamos allá.
—Sería un viaje de ida. Tendríamos que eliminar lo que sea les permite viajar entre mundo y eso nos dejaría varados allá.

Sólo queda silencio por un momento. Interrumpido de pronto por un grito de júbilo.

— ¡Al fin! —exclama Uros mientras camina de la tierra ya sin círculo brillante. Hacia sus compañeros—. Ya estoy listo para lo que viene. —Choca ambas palmas—. ¿Qué tenemos que hacer?
—Resistir aquí a la eventual oleada que llegará o ir con ellos y sellar la puerta desde el otro lado, atrapándonos en el proceso—resume El Coronel.
—Vendrán—dice Apu Cápac—. Saben que si reunimos más gente, no podrán ganar. Intentarán derrotarnos y luego, traerán a toda su fuerza para detenernos.
— Bien, no entiendo de que va, pero ¿no hay alternativas para cerrar esto? —pregunta Uros.
—Es cierto—admite El Coronel—. Dices que el agua es parte del método que usan para cruzar, ¿qué pasa si la eliminas de este lado?
—Aun quedaría la de su lado—explica el mago—. El portal seguiría allí.
—Bueno, entonces sólo nos queda luchar—comenta el militar—. Como en los viejos tiempos.
—Nunca me gustó mucho luchar—admite Uros al Coronel—. Todas esas veces que peleé contigo, sólo fue por defender mis fronteras.
—Tampoco fue personal, era lo que me ordenaron.
—Pero sé que aquí, Apu Cápac fue quien te dio mayor pelea.
—Más que pelea fue hacer un domo como este, anular las armas de los soldados y soportar mis ataques hasta que no pudimos pelear más—comenta El Coronel.
—Suena a que le gano de todos modos, Coronel.
— ¿Y qué haces tú con tu vida ahora, Uros? —replica el aludido—. ¿Arar campos?
—Al menos una niña no me dejó hospitalizado—comenta Uros algo despectivamente.
—Alto los dos—interviene Apu Cápac al notar como la hostilidad está por aparecer—. No estamos aquí para luchar entre nosotros.
—Es cierto—dice Uros.
—Te doy la razón—admite El Coronel—. Debemos plantear una estrategia. Y yo tengo una en mente.

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Notarán que hay algunas fricciones aún entre estos sujetos, pero que las pueden dejar de lado por el bien mayor. Esa es la clave de un equipo y esto está por ponerse más grande.

Pido disculpas por atrasarme, procuraré tener la siguiente parte lista desde antes.

Nos leemos...

jueves, 26 de junio de 2014

El guerrero y el mago (parte 7)

 —Es un gusto verte—saluda Apu Cápac al recién llegado luciendo genuinamente aliviado—. ¿Cómo nos encontraste?
—Este domo no es precisamente difícil de ver en medio de la noche—responde El Coronel mientras a su alrededor junta algunos pedazos de metal en pequeñas esferas. Entonces nota al batracio humanoide—. Wow, gente sapo, nunca lo habría pensado

La súbita aparición de aquel militar no ha tenido otro efecto en Manutak que hacerlo observar por un momento la escena, como evaluando al recién llegado. Tras un momento apunta violentamente con su báculo al militar con lo que varios de los soldados dan un salto poderoso para llegar a él. Por toda respuesta éste sólo hace un ademán que los para en pleno aire, inmóviles y debatiéndose colgando de sus cascos metálicos.

—Se ve que no sabes con quien lidias, amigo—comenta el militar con cierta indiferencia mientras lanza a los soldados de Manutak al centro del lago con un simple gesto—. Ahora, tú. —Señala a Manutak—. Tú no tienes metal. Bueno, supongo que tendré que encargarme de ti a la vieja escuela.

Manutak le lanza un rayo oscuro, pero Apu Cápac defiende a compañero, si bien este ya se había movido para esquivarlo al tiempo que lanza varios de los fragmentos de metal que tiene flotando cerca de sí a modo de grilletes. Logra sujeta al batracio hechicero por las muñecas y tobillos con lo que empieza tirar de él. Éste entonces se escuda de nuevo en su esfera oscura con lo que el metal se corroe casi inmediatamente.

—Tú tampoco sabes con quien te enfrentas humano—indica Manutak mientras con otro gesto hace avanzar al grupo de soldados más corpulentos del grupo—. Y verás por qué es mala idea luchar aquí.

Entonces el agua, donde todos han estado parados (o flotando en el caso del recién llegado) hasta ese momento, se eleva violentamente en varios torrentes de líquido oscuro que rodean a todos. El Coronel sólo atina a volar más alto, pero uno de los torrentes lo impacta y rodea. Por más que intenta romper el agua con violentos movimiento del metal que tiene a su alrededor esta se vuelve a cerrar sin darle la oportunidad de respirar, por lo que recurre a hacer una esfera hueca fuera del agua y luego meterla a toda prisa dentro donde la pone rápidamente alrededor de su cabeza a modo de rara burbuja de aire.

Apu Cápac por su lado se vuelve a rodear con energía dorada como la de su domo antes de sumirse en lo que parece una profunda meditación. El agua no parece poder tocarlo o hacerle real daño, pero se mueve con ella.

Aún en el sello Uros puede ver como el agua del lago sigue elevándose por sobre la superficie sin desbordarse. Parece una inmensa esfera de vidrio con varias figuras dentro que no se puede ver por lo turbia que es el agua.

—Tengo que ir… aunque pueda morir si dejo este sello—se dice a sí mismo—. Si no lo hago ahora, quizás ellos no sobrevivan.

Es en ese momento que el agua adquiere un brillo dorado y revienta como una burbuja, un verdadero torrente se precipita sobre el lago, desbordándose un poco por la orilla en la cual está Uros, pero sin llegar a él. De entre el agua salen en dos esferas Apu Cápac y el Coronel, quien ya se removió el improvisado casco de metal, ambos lucen ilesos si bien húmedos.

— ¿Qué pasó? —pregunta Uros al verlo—. ¿Dónde están los soldados y ese mago sapo?
—Se devolvió a su mundo—explica Apu Cápac—. Ordenó a los grandes a recoger a los otros y luego cruzaron al otro lado. Pero dudo que sea lo último de ellos, de seguro están por traer todo un ejército.
—Lo harán—dice El Coronel  mirando la superficie del agua—. Era un grupo de exploración. Querían evaluar las defensas que teníamos. Obviamente contra ustedes dos no iban a arriesgar a los mejores que tenían. Ahora que conoce de mi poder se seguro intentará algo diferente. Quizás debí matarlo.
—No es algo prudente, esto no debe expandirse más de lo que ya está—interviene Apu Cápac.
—Acéptalo, Perú—lo corta el militar—. No todo se puede resolver con diplomacia.
—Y no todo se debe resolver con violencia o asesinato—replica el aludido, por primera vez mostrando cierto enfado mezclado con preocupación.
—Claro que no, pero es necesario—termina de decir El Coronel—. A veces, debes de recurrir a la violencia.
—No es mi estilo—admite Apu Cápac.
—Entonces perderás.
—Muy bien, amigos, calmémonos un poco—interviene Uros—. ¿Cuál es el plan? ¿Qué hacemos cuando vengan?

Los otros dos se quedan en silencio un momento. Ambos mirando a la superficie del lago.

—Debo reponer algo de energía—dice Apu Cápac mientras se sienta en el piso como en postura de meditación—. Y luego aumentar las defensas, quizás pueda bloquear su entrada por unos momentos.
—Y establecer posiciones estratégicas y capturar recursos—responde a su vez El Coronel mientras se eleva un momento en el aire y atrae hacia sí todo el metal que este cerca. Algunos salen del agua como flechas y se unen en esferas grandes, algunas del tamaño de balones de futbol.
—Bien—dice Uros—Ehhh… ¿cuándo podré salir de este círculo?
—Apenas se haya borrado—le responde Apu Cápac aún meditando.

Uros le da un vistazo y nota que el círculo dorado está lentamente volviéndose menos brillante. No es capaz de determinar cuándo se apagará del todo, pero al alzar la mirada y ver a sus compañeros solo puede desear que sea pronto.
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Y con eso tenemos al Coronel finalmente en acción y vemos como su ideología es diferente a la de Apu Cápac. Quizás el hecho de que uno es un místico muy espiritual y el otro un militar que vivió épocas dificiles tiene algo que ver. Y con esto vemos que la primera ola de invasión ha fracasado. ¿Qué vendrá en la segunda ola? ¿Cuántas habrán?

Nos leemos...

viernes, 20 de junio de 2014

El guerrero y el mago (parte 6)

El batallón que ha emergido del lago está conformado por al menos 50 soldados, varios, al menos más de la mitad, van armados con los mismos rifles que los guardias de Manutak, pero otro grupo, de al menos una docena, está desarmado además de poseer una talla mayor al resto. Todos observan los alrededores con curiosidad por un momento, posiblemente asombrados que el domo dorado ilumine como si fuera día en medio de esa noche, no muchos le prestan atención al hecho de que están parados sobre el agua. Un momento después todos abren paso a Manutak quien camina hacia el debilitado Apu Cápac antes de apuntarle con su báculo, pero no lanza ningún hechizo.

—Mátenlos, yo destruiré este domo—ordena el batracio humanoide mientras levanta el báculo al domo y dispara un rayo negro.

El impacto al domo coincide con los primeros disparos.

— ¡Cápac! —grita Uros.

Nada puede hacer el manipulador de tierra, los disparos de plasma impactan contra el mago, pero, para su sorpresa, no le hacen daño alguno. De hecho, éste se pone de pie, con los disparos todavía impactando contra él para confusión de sus atacantes, algunos de los cuales dejan de disparar. Quienes siguen disparando empiezan a acercársele.

—Esto aún no ha terminado. —Sonríe Apu Cápac mientras los mira con calma—. De hecho, no creo que siquiera haya empezado.

Y tras decir esto sopla neblina, blanca, densa y nebulosa, que se expande rápidamente por el lugar al mismo tiempo que su cuerpo se disuelve en ella. Los soldados se miran entre ellos antes de empezar a disparar en todas direcciones. Detrás de ellos Manutak observa como la niebla se expande, cesa su rayo por un momento e intenta disiparla con un hechizo de su báculo pero, al ver que se expande más rápido de lo que esperaba, se limita a aislarse en una burbuja oscura para no ser cubierto por ésta.

—Cesen el fuego—ordena finalmente sonando muy fastidiado. —Despejaré esto.

Los ojos de Manutak se vuelven negros y la esfera oscura que lo rodea empieza a expandirse como si fuera un extraño globo, rápidamente encapsulando a sus tropas y dejando la niebla blanca afuera.

—Para ser un místico, te has limitado a trucos de aprendiz—comenta Manutak mientras avanza entre sus tropas hasta el punto donde el cuerpo de Apu Cápac se disolvió—. Mis fuerzas acabarán con todos aquí. ¿Crees que esto no empezará? Lo hará y toda tu especie caerá.

La esfera oscura llega hasta donde está Uros, pero falla en penetrar el sello, dejando otro pequeño domo dorado dentro del otro. Para cuando termina de expandirla, el brillo intenso del domo ha quedado medianamente opacado, como un lugar con muy poca iluminación.

Manutak parece enfocar más energía oscura pues de sus ojos empieza a brotar algo similar a brea como si fueran lágrimas. Parece intentar expandir el ambiente oscuro fuera del domo pero, eventualmente, falla y cae de rodillas. El ambiente vuelve a verse brillante, como un día soleado.

—Disparen—ordena Manutak hincado en el suelo.

Pero los soldados no parecen escucharlo. Todos están parados donde estaban hacia un momento. Aunque aún sostienen sus armas, ninguno está apuntando a nadie. Parecen estar dormidos de pie, algunos se balancean ligeramente.

— ¿Qué es lo que realmente quieres Manutak?—pregunta la voz incorpórea de Apu Cápac—. Tu gente morirá si intenta un conflicto con nosotros. Yo sólo quiero algo de paz.
—Si es la única manera, lo haré—dice el batracio humanoide y tras un rápido movimiento, lanza un rayo negro de su báculo a un punto por sobre su hombro.

El rayo impacta con una figura invisible, volviéndola de nuevo corpórea. Apu Cápac luce medianamente afectado, pero no cae.

—No quiero matarte—comenta Manutak—. Quita este domo y hablaremos.
—No lo haré—comenta Apu Cápac con seriedad—. Apenas lo haga, me matarás.
—Quizás si te mato, el domo ya no tenga como sustentarse. —El batracio le apunta con su cayado.

Apu Cápac entonces se protege con un escudo de energía cuando el rayo es disparado. El impacto lo hace retroceder ligeramente, pero no por mucho.

— ¡Ayúdenme idiotas! —grita Manutak. Pero sus soldados no reaccionan. El batracio mira a Apu Cápac—. ¿Qué les has hecho?
—Mientras estén en esta área, están libres de toda idea de conflicto, de todo dolor y sólo sienten paz—responde Apu Cápac manteniendo su escudo con calma—. Tus órdenes no pueden afectarles más que eso.
—Lo harán—croa Manutak con rabia cesando su ataque y levantando su báculo contra sus tropas. —No llegué aquí para nada.

Los ojos de Manutak ahora parecen arrojar pequeñas cascadas de materia oscura. De su báculo brotan diferentes líneas de energía que se expanden por el aire como raíces y se adhieren a las cabezas de los soldados.

— ¡Ataquen! —grita Manutak fuera de sí.

Los soldados levantan sus armas y se preparan a abrir fuego.


A algunos metros de allí, Uros se siente impotente al no poder salir de su sello sin arriesgar su vida. Ver a los soldados apuntar a su amigo parece animarlo a salir.

—No te dejaré morir, amigo—dice mientras intenta poner un pie fuera.


Las armas de los soldados salen volando de sus manos y se comprimen en el aire mientras giran, se separan en pequeños pedazos y todos se elevan hasta un punto en el aire. Manutak y Apu Cápac elevan la mirada. El primero con rabia, el segundo con alegría.

—Vaya, vaya, Perú—comenta el Coronel Chile mientras hace que los pedazos de metal orbiten a su alrededor—, ¿es esto demasiado para ti?

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Y esta parte fue algo complicada de seguir pues estaba algo corto de inspiración. Pero al final lo he conseguido. Aquí pueden ver lo diferentes que son Apu Cápac y Manutak. El primero no es del tipo agresivo, sus hechizos son para desarmar, proteger, curar o escudar. No es un atacante. Manutak por otro lado es totalmente violento al punto que no le importa usar a sus tropas como títeres. Y ahora El Coronel ha llegado y es el momento del combate.

Nos leemos...

jueves, 12 de junio de 2014

El guerrero y el mago (parte 5)

A orillas del lago Titicaca, con el sol empezando a caer sobre las montañas y poniendo ligeramente naranja el cielo, Apu Cápac sigue curando a su compañero mientras este cuelga su celular.

—Chile viene en camino—dice mientras mira la pantalla de su dispositivo—. Quizás debería llamar a alguien más antes de que se agote la batería.
— ¿No la cargaste? —pregunta Apu Cápac algo sorprendido.
—Tú más que nadie debe saber que estas cosas gastan su batería muy rápido—responde Uros ondeando el aparato, luego lo mira—. Y sí, se acabó la batería.

Por toda respuesta el hechicero se pone en pie.

—Ya he curado lo peor—comenta mientras traza con su cayado un círculo en la tierra alrededor de su compañero.
—Entonces, ¿qué sigue?

Murmurando unas palabras y ondeando su cayado una vez ha terminado de trazar el círculo, Apu Cápac hace aparecer un sello de un brillante color dorado con la forma de un disco solar. Su luz intensa finalmente se vuelve ligera y estable. Uros luce impresionado por esto y a la vez más relajado.

—Procura no salir de allí hasta que termine la curación—aconseja Apu Cápac mientras camina a la orilla con su cayado levantado.
—No veo por qué lo haría—responde Uros desperezándose.
—Ponte cómodo. —Apu Cápac levanta un poco más su cayado, como quien busca sintonía en una radio—. Voy a contactar al resto.
—Antes de que lo hagas, ¿puedo preguntarte algo?
—Dime.
—Tú ves el futuro, ¿no? Entonces, seguro sabes si esto saldrá bien.

Apu Cápac se queda un momento en silencio antes de dar media vuelta y descender su cayado al piso.

—Yo no veo el futuro—admite con una sonrisa algo débil—. Yo adivino el futuro. Puedo ver las acciones, la secuencia de eventos, pero no el resultado final. Yo sólo puedo suponer que pasará lo mejor.
—Eso quiere decir que todo se resume a que logremos  retener toda una invasión de otro mundo por nuestra cuenta.
—Descuida, no estaremos solos en esto. —Sonríe Apu Cápac.

Dicho esto, vuelve a levantar su cayado elevando la mirada hacia el sol. Uros puede ver como un haz de luz parece descender justo en donde su compañero está parado; el evento dura unos momentos, en los que parece estar completamente concentrado. Luego, tras un destello, éste vuelve a descender su cayado, se quita el sombrero con su otra mano y lo pone dentro de su poncho, aún cuando no pareciera posible hacerlo sin que sobresalga.

—Sólo pude contactar con algunos, pero vendrán—explica mientras llega a la orilla, en el inicio del camino de tierra que Uros hizo, en su poncho no se nota ningún bulto que indique que el sombrero esté ahí.
— ¿No podías traerlos directamente con un hechizo?
—Eso me dejaría poca magia para mantener el sello.
— ¿Mantenerlo? —pregunta Uros intrigado.
—Mira, está intentando entrar—le señala Apu Cápac mientras empieza a recorrer el camino.

Cuando llega al lugar donde conjuró el sello lunar, es evidente de que algo intenta pasar. En ese círculo en el agua el líquido está ligeramente elevado como si algo quisiera salir, pero no pudiera. El sello con el cuarto menguante de luna lentamente vuelve a aparecer, brillando cada vez más intenso.

—Están intentando cruzar. Si Manutak se percata de lo que he hecho, y sé que lo hará, entonces intentará romperlo. Trataré de ganar tiempo.

Apu Cápac levanta su cayado una vez más, sosteniéndolo con ambas manos. La madera toma un brillo dorado y, al mismo tiempo, sus ojos también. Y entonces, por sobre el sello de luna, manifiesta uno con forma de sol similar al que puso con Uros, sólo que más grande.

—Espero realmente que esto vaya a terminar bien—comenta Uros mientras con sus poderes forma un asiente de tierra dentro del sello de sol.



A varios kilómetros de allí, aún sobre territorio chileno, la gente se sorprende al ver como el cielo es aparentemente rasgado por un pequeño punto en el cielo. No faltan quienes toman fotos con sus cámaras al fenómeno ni quienes incluso intentan grabarlo.


Por sobre todos ellos, a El Coronel no le podría importar menos si la gente se ha percatado de quien es. Sigue en ruta hacia el conflicto que está por surgir.

Durante esos años en el servicio, tener la ovación de la gente fue impresionante, pero tras la caída de todo el militarismo, esas ovaciones se volvieron gritos y protestas.

Al menos esta vez hay algo por lo que vale la pena luchar.




De vuelta en el Titicaca, Apu Cápac sigue proyectando su sello solar sobre lo que ahora es una burbuja a medio formar en la superficie del agua. En el cielo el sol está ya empezando a meterse entre las montañas. El mago entonces empieza a retroceder por el camino de tierra.

Cuando el mago llega de nuevo a la orilla hace un ademán con su cayado y lanza el sello hacia el aire. La figura del sol choca con el hasta ese momento invisible domo de protección haciendo que brille y se revele con un tono dorado. Apu Cápac entonces lanza un rayo de lo que parece luz solar de su cayado y el domo se expande bastantes metros más.

—Está hecho—dice mientras cae de rodillas recuperando el aliento.

En ese momento, la superficie del agua revienta y varias figuras humanoides salen del agua.

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Y estamos a punto de iniciar con el combate. ¿Estarán todos listos?

Debo admitir que esta historia no fue pensada como una historia larga. Y no creo que lo sea, pero por momentos quisiera hacerla un poco más extensa. Aunque ya llegará su momento.

¿Quién ganará esta batalla?

Nos leemos...

viernes, 6 de junio de 2014

El guerrero y el mago (parte 4)

En épocas de paz se necesita a hombres de paz, a aquellos idealistas que harán que se mantenga. No es época para los hombres que lucharon la guerra.

En un apartamento, ubicado dentro del barrio de una zona suburbana lejana del centro de la ciudad, la música de un grupo musical resuena en una radio con reproductor de CDs. El vocalista canta con bastante entusiasmo letras sobre la vida en tiempos de crisis. En aquella sala decorada con varios cuadros de paisajes y con diversos adornos esa música parece desentonar un poco.

En una de las paredes de color melón se puede observar que han colgado lo que parece un mural cubierto compuesto de varios recortes de periódicos. De izquierda a derecha es posible ver diversos titulares en lo que parece el orden cronológico de la historia de alguien importante, una línea de tiempo de la vida de alguien.

El primero tiene en grandes letras negras: “Polémica sobre PROYECTO SÚPER SOLDADO”. Debajo se observa un encabezado: “Se cree que el procedimiento es peligroso para los candidatos que se están exigiendo”. Debajo de esté hay fotos de lo que parece ser un edificio militar siendo resguardado por varios oficiales uniformados de grupos protestando.

Es una historia sencilla: Era una época de crisis. Crimen organizado, revueltas, conflictos con los países cercanos, especialmente eso último. El alza de los súper humanos en los países desarrollados trajo como resultado que se intentara replicar los procedimientos para crear a uno de los primeros súper humanos con aplicación militar.

El segundo recorte muestra un titular menos alentador: “Índice de fallos del proyecto SÚPER SOLDADO llega a niveles preocupantes”. Debajo una leyenda indica: “Se acuerda que en adelante los candidatos sean voluntarios”. Las fotos muestran a un joven que parece haber desarrollado escamas, sus ojos parecen estar inyectados de sangre mientras que sus manos tienen algo similar a garras afiladas, no obstante, no tiene ropa y está en la esquina de lo que parece una celda. Otra de las fotos muestra una morgue con varias bolsas para cadáveres.

Pero claro, como todo procedimiento tomado sin reflexionar, hubo un alto índice de víctima letales y otras en las que hubiera sido mejor fuera letal. El joven que se volvió lagarto terminó siendo muerto a tiros cuando escapó de su celda de contención y atacó a los militares.

El tercer recorte es algo más grande, de hecho, prácticamente las letras abarcan un tercio de la hoja mientras que el resto es una fotografía de un joven de al menos unos 17 años flotando por encima de un grupo de asombrados espectadores. El titular dice: EL PRIMER SÚPER SOLDADO CHILENO.

Hasta que, finalmente, el éxito. Un joven de 17 años no sólo sobrevivió el procedimiento sino que desarrolló súper poderes. Fue el soldado que el país necesitaba.

Lo que sigue es un collage de fotos del mismo joven, ahora con un uniforme de cabo levitando en diferentes escenarios con autos y armas orbitando a su alrededor. Siguiendo la izquierda a la derecha se puede apreciar cómo crece, se hace más un adulto, robusto y de mirada seria.

Y en los siguientes 15 años se encargó de que todo quedara en orden. Aplacó conflictos, luchó en guerras, mantuvo el orden dentro del país cuando era necesario. Y, más importante, protegía al presidente cuando este tenía que salir. Quizás fue un militarismo extremo, pero sirvió para dejar las cosas en orden.

El siguiente bloque tiene diversas fotos donde se ven muchos conflictos en los que interviene el mismo soldado lanzando piezas de metal contra diversos grupos en revueltas o enfrentamientos armados. Entre ellas destacan tres en ellas se ve a la misma persona en ceremonias recibiendo un galardón. La primera dice: “Teniente Chile”. La segunda: “Capitán Chile”. La última dice finalmente: “Coronel Chile”.

Nombre Clave: El Coronel Chile
Poderes: Capacidad de vuelo Mach 5. Se piensa que podría llegar a Mach 10 de ser necesario. Habilidad de manipular todo tipo de metal. Se ha concluido que no tiene relación con magnetismo. Así que, en teoría, metales no magnéticos son igual de letales en su presencia.
Nacionalidad: (¿En serio es necesario ponerla?) Chile.


Esa es su ficha. Como todos los demás está registrado. Pero ahora su rango no es más que decorativo.

El último bloque sin embargo no luce alentador. El primer titular sólo lee: “Coronel es derrotado”. Los siguientes siguen su recuperación para luego ser interrumpido por un titular: “Presidente es asesinado”. Y finalmente “Nuevas Elecciones”.

Tras la muerte del presidente y la caída del militarismo, todas aquellas acciones que El Coronel hizo a favor de su país fueron cuestionadas. Pronto surgieron denuncias y juicios, pero también estaban quienes lo consideraban un héroe. Por ello se aceptó perdonar sus acciones pasadas a cambio de que se retirara del servicio militar.

Frente al mural un hombre de unos 37 años pelo negro aunque con canas ya resaltantes en las patillas y nuca fija sus ojos castaños en las viejas fotos de su carrera. Ahora viste una simple camisa blanca y un pantalón color beige que tiene un cinturón negro. Sus zapatos negros lucen brillantes como si estuvieran recién pulidos con betún. Tras terminar de ver todo el mural se da media vuelta. Es en ese momento que suena su celular. Esto parece extrañarle, primero porque el tono es uno bastante ruidoso.

—Samuel. ¿Has estado cambiando mis tonos de nuevo?
—Sí tío—resuena una voz desde el cuarto de al lado—. Ese sonaba mejor que la anterior.

El Coronel solo suspira mientras mira quien le llama con cierta sorpresa antes de abrir su celular y responder.

—No creí que me llamarías, Bolivia…—comenta con calma.
Soy Uros. Y… oh, diablos, esto realmente duele… Necesitamos tu ayuda.
— ¿Quién más está contigo?
De momento Apu Cápac…
—Él debería ser capaz de ayudarte—comenta El Coronel mirando por su ventana—. A fin de cuentas es, según dicen, el místico más poderoso de Latinoamérica.
Esto es más grave de lo que puede manejar. Necesitamos tu ayuda. Ahhh…
— ¿Qué rayos está pasando?
Larga historia, debes venir.
— ¿Qué tan grave es?
No te llamaría si no involucrara a tu país tampoco.
— ¿Dónde exactamente?
Lago Titicaca, cerca de las islas Uros, 6 km de Puno, Perú. Debes darte prisa.
—Estaré allí pronto.

Y tras decir esto cierra el teléfono y camina hacia su habitación. No hay mayor decoración, salvo un piso alfombrado. A su izquierda un armario cerrado se abre solo cuando él extiende su mano. Dentro hay poca ropa doblada y varias cajas, pero del fondo una de metal avanza hacia él. La tapa se levanta con otro gesto suyo y de adentro sale un uniforme de coronel de fuerza aérea que, además de lucir reforzado en algunas partes incluye unos guantes negros con partes metálicas. El Coronel sonríe.


Poco después el Coronel sale de su habitación con su uniforme ya puesto. Del lado opuesto están dos niños, uno de 10 y otro de 12 años.

— ¿Tío?
—Tengo que salir muchachos, díganle a su papá que regresaré para la cena.

Dicho esto empieza a levitar y con otro gesto abre la puerta corrediza del balcón. Sus sobrinos no parecen salir de su sorpresa.

—Nos vemos chicos.

Dicho esto se eleva en el aire hasta volverse un punto en el cielo. Entonces se produce una explosión sónica y algunas nubes se parten ante el avance de El Coronel Chile.

Y una vez más, el soldado estaba listo para la guerra. Una guerra diferente a las que había peleado hasta entonces…

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Wow, ¿soy yo o estas parte se están volviendo progresivamente más largas?

En fin, El Coronel Chile. Debo admitir que la idea era atractiva y no pude evitar ponerla en práctica. El que sea de ese país es mera casualidad, necesitaba a alguien cerca y la idea de un militar súper héroe en latinoamerica me pareció atractiva. Quizás no sea el único.

Y, con la aparición de El Coronel, por fin ha aparecido el Guerrero de la historia. Esperen la siguiente parte el jueves de la próxima semana.

Nos leemos...

jueves, 29 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 3)

Antes de que Uros pueda responder a la amenaza de los guardias de Manutak, Apu Cápac le hace un firme gesto para que se detenga.

—No te preocupes amigo—le recalca firmemente mientras gira de nuevo a los soldados portando armas—. Invadir no será una opción viable. Créanme, no quieren empezar una guerra con nuestro mundo.
—No debe ser así, a menos nos fuercen a ello—comenta Manutak con calma—. Sólo retire la protección y déjennos entrar a su mundo. Luego, veremos si podemos o no discutir términos.
—Me temo que no puedo permitirlo—responde Apu Cápac con determinación—. Nuestro mundo también está sufriendo sobrepoblación. No creo que puedan mantenerse juntas entre otras…
—Entonces lo haré yo—lo interrumpe Manutak mientras en una de sus manos aparece un cayado de madera con una gran punta nudosa—. Esto no es personal. Es sólo nuestra supervivencia. —Gira hacia los dos soldados—. Disparen.

Los guardias disparan de sus armas lo que, sin duda, son descargas de plasma, lo cual explica que tengan cañones grandes. Apu Cápac logra protegerse con un escudo de energía justo a tiempo tras lo cual procede a lanzar de su cayado descargas de aire que les arrebatan a ambos atacantes los rifles de las manos haciéndolas caer al agua.

Tras presenciar todo esto, Uros decide no quedarse atrás, en un simple movimiento de sus manos eleva tierra al nivel de la superficie del agua creando un camino hacia su compañero y echa a correr hacia él. Manutak, quien parecía a punto de hacer algo, se queda momentáneamente perplejo por esta acción. Mientras Uros corre por el camino extrae dos pedazos de tierra a sus pies y los usa como proyectiles para derribar a ambos soldados.

— ¿Qué clase de magia es esa? —exclama Manutak evidentemente confundido mientras sus guardias caen cada cual a un lado suyo.
—No es magia—aclara Uros mientras eleva una roca inmensa por sobre su cabeza—. Es un poder.

Dicho esto, con un ademán, lanza la roca contra el batracio humanoide. Éste entonces adopta una expresión de rabia en su rostro antes de que sus ojos se vuelvan completamente negros. La roca es impactada por un rayo de energía negro que lanza del nudo de madera en su cayado y ésta detiene su movimiento lentamente mientras, de a pocos, se reduce a polvo negro creando una nube que Manutak usa para cubrirse a sí mismo y a sus guardias.

—Eso no te…—empieza a decir Uros mientras intenta sacar más tierra.

Antes de que termine de entre el humo oscuro saltan ambos guardias cada uno empuñando lo que parece un cuchillo militar de un largo superior al que usan los ejércitos estándar en el mundo humano. El controlador de tierra intenta sacar algo para formar un escudo, pero nota que a sus pies el camino que había creado se ha vuelto negro también, lo cual parece impedir su control sobre este elemento.

— ¡Cuidado! —exclama Apu Cápac mientras se pone frente a él y crea una barrera de energía dorada.

Ambos guardias chocan al mismo tiempo contra el escudo en un golpe sordo. Ni siquiera llegan a rebotar cuando la barrera los envuelve a ambos y quedan flotando en medio del aire como una extraña burbuja.

Entonces el humo se concentra de nuevo en un solo punto, formando una esfera negra. Esto deja a la vista a Manutak quien parece estar acabando de concentrar un ataque con magia oscura en esa misma esfera. Uros se percata de ello antes de que su compañero pueda, ocupado como está con los guardias.

—Adiós, mago—comenta Manutak con una voz grave antes de disparar su hechizo.
—Cápac, ¡cuidado! —advierte Uros, quien incapaz de manipular la tierra negra solo atina a lanzarse en el camino del rayo.

Apu Cápac logra lanzar a los guardias fuera del camino y crear un domo de energía para proteger a su amigo pero cuando el rayo de magia oscura impacta contra este, si bien parece detenerse un momento, lo atraviesa finalmente impactando con Uros, quien ya se había puesto en posición para defenderlo del ataque.

El impacto manda a volar a Uros contra el mago y ambos por poco caen al agua. Apu Cápac por suerte logra no solo mantener el equilibrio sino que lanza otra ráfaga de aire contra Manutak antes de que este pueda intentar otro ataque. El batracio humanoide salta varios metros hacia arriba para eludir el ataque y mientras aún está en el aire usa su báculo para atraer hacia él a sus guardias aún dentro de la burbuja del mago antes de zambullirse en el agua. Apu Cápac corre hacia el lugar pero cuando llega el agua ya dejo de agitarse con extraña rapidez. A pesar de estar inusualmente clara, no se puede apreciar a nadie bajo ella.

—Han cruzado—comenta el mago—. Debo sellar la entrada.

Entonces cierra los ojos antes de lanzar un golpe con su cayado al camino de tierra oscura y tras un destello de luz dorado ésta vuelve a la normalidad. Luego vuelve a abrir los ojos, los cuales se han vuelto negros, y lanza un hechizo contra el agua en el punto donde Manutak se zambulló. Un inmenso sello con una forma similar a un cuarto menguante de luna hecho de energía púrpura oscura se traza algo burdamente antes de desaparecer como humo. Apu Cápac se da media vuelta, sus ojos aún emanando algo de energía oscura.

 —Pensé que… ahhh…—alcanza a decir Uros—… no usabas magia negra…
—No si no puedo evitarlo—dice Apu Cápac mientras camina hacia él. Sus ojos ya de color normal—. Vamos te ayudaré. Debemos ir a la orilla.

El mago ayuda al controlador de tierra a levantarse y ambos caminan algo torpemente hacia la orilla donde el primero recuesta al segundo en una piedra. Para entonces parece que por las venas del cuello de Uros asciende un líquido oscuro, visible a través de su piel. Apu Cápac luce preocupado, mientras le apunta con su cayado al pecho.

—Tengo buenas y malas noticias.
— ¿Puedes curarlo?
—Sí.
— ¿Pero va a doler un diablo?
—Sí.
— ¿Me dejará secuelas graves?
—No hasta donde sé.
—Entonces son buenas noticias.

El mago no puede sino asombrarse de la calma con la que su compañero se toma la situación. Pero se limita a empezar el proceso de curación.

—Lamento no haber podido… oh, caray… esto realmente…—se queja Uros de pronto—. Lamento no haber sido de ayuda.
—Descuida, estarás bien—lo calma Apu Cápac—. Y Manutak se dio cuenta de cómo anular tu poder. Es lo primero que hacen los magos. Buscar el control.
—Hablando de ello. Ah...  ¿Cuánto durará tu sello?
—No mucho si él sabe cómo romperlo
—Debemos llamar refuerzos entonces.
—Lo sé, apenas termine con tu curación debo de contactar al resto.
—De todos modos no soy… ah, demonios…—vuelve a quejarse el controlador de tierra—. No soy un guerrero. Tendremos que llamar a uno.

Y sólo entonces. Es cuando uno se da cuenta de que en tiempos de guerra es mejor llamar a un guerrero que haya vivido en una toda su vida.

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La invasión está por empezar. Y pronto entra... El Guerrero. Uros no es un guerrero, al menos no uno a tiempo completo. Los invasores pronto vendrán, y es momento de medidas interesantes.

Adelanto que toda la siguiente parte irá con el nuevo personaje por ingresar.

Nos leemos...

jueves, 22 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 2)

Algunos minutos después, Uros sigue sentado en su precario asiento levitando piedras entre sus dedos para distraerse. De pronto, Apu Cápac se pone de pie, si bien lo hace lentamente y con calma.

—Ya era hora. Siento que llevo días esperando—comenta Uros poniéndose de pie él también y volviendo a hundir en la tierra su creación—. ¿Qué hacemos ahora?
—Esperar—se limita a decir su compañero.
—Muy bien, explícame de qué va todo esto una vez más—pide Uros mientras se quita el sombrero una vez más para rascarse la cabeza—. Si es sólo diplomacia, ¿por qué la barrera?
—Precaución—se limita a decir Apu Cápac.
—Eso quiere decir que sabes que saldrá algo peligroso—comenta Uros suspicazmente.
—Todos podemos ser peligrosos—se limita a decir el mago—. Incluso yo lo soy.
—Sí y no hay muchos de los nuestros que tengan magia—admite su compañero—. Y la mayoría son villanos. ¿A qué se debe eso?
—Todos podemos usar magia—explica Apu Cápac mientras observa a su interlocutor con tranquilidad—. Es sólo que no todos podemos acceder a ella de la misma forma.
— ¿Por qué? —pregunta Uros, intrigado.
—Porque la gente ha perdido su capacidad de creer—explica el místico mientras ondea su cayado el cual empieza a resplandecer con luz blanca—. La magia no se ha vuelto más que fantasías que cuentas a los niños. —El brillo entonces empieza a apagarse—. Hoy la mayor parte piensa que el mundo no puede cambiar. Que es cruel y frío. —El brillo termina de extinguirse—. Y con esa clase de emociones, no quieres saber qué clase de magia empiezas a evocar.

Tras decir esto Apu Cápac clava su cayado en el suelo. Sus ojos se ponen negros, de la base del cayado brotan raíces oscuras que extienden al menos un metros a su alrededor, el suelo se pone gris y árido y salen espinas negras que crecen al menos treinta centímetros del suelo formando una tétrica imagen. Su compañero se limita a retroceder, algo súbitamente, moviendo incluso un poco de tierra para acelerar su movimiento. Sin embargo al segundo siguiente en un rápido destello blanco todo regresa a la normalidad mientras el hechicero reasume su postura calmada.

—No vuelvas a hacerlo—dice Uros evidentemente incómodo—. Eso fue aterrador.
—Descuida, amigo mío, sólo era un ejemplo—le dice el mago sonriendo—. No suelo evocarla si puedo evitarlo. Y, respecto a esto, se acabará pronto. —Mira a la superficie del lago—. Sí, ya empieza.

El viento parece haber dejado de soplar sobre la superficie del agua. Los mismos animales que normalmente la habitarían brillan por su ausencia. Quizás debido al hechizo de Apu Cápac, quizás por otra razón. Lo único cierto es que el lago es un espejo perfecto del cielo con su calmada superficie.

Entonces, el agua empieza a ondular.

—Allí vienen—comenta el hechicero mientras le señala a su compañero la ondulación a unos 15 metros de donde están ambos parados.
— ¿Seguro que no quieres que saque las piedras? —pregunta Uros mientras hace el ademán de intentar sacar algunas.
—No creo sea necesario—lo calma su amigo—. Mi protección debería bastar para disuadir cualquier ataque no provocado. Ahora, procura no hacer algo que pueda interpretarse como agresión.

Las pequeñas ondas llegan hasta la orilla formando pequeñas olas, luego regresan a su punto de origen donde algo de tamaño mediano empieza a emerger del círculo ondulante en el agua. Lo primero que emerge es una cabeza algo abultada que extrañamente no parece estar húmeda. Luego emerge el resto del cuerpo más delgado cubierto de un atuendo similar al de un traje de buzo con símbolos similares a pictogramas. Finalmente las piernas emergen del agua hasta que las puntas de los pies quedan sobre la superficie del agua. Entonces el ser despliega de lo que parece una mochila en su espalda una capa de color azul oscuro que cubre su cuerpo dejando, no obstante, su cara aún visible antes de fijar su mirada en los dos humanos cerca de la orilla del lago.

Uros estuvo por soltar un par de interjecciones que posiblemente hubieran arruinado todo el encuentro desde ese momento, pero, por suerte, su compañero anticipaba su reacción y con un gesto sutil le pide guarde silencio mientras él camina hacia el recién llegado lanzando un hechizo al agua para poder andar sobre ella.

El ser que en ese momento está parado y observándolos desde la superficie del agua tiene la cabeza de un sapo, su piel es arrugada y de tono grisáceo, con varios pliegues bajo los ojos y cuello. Sus manos son palmeadas y terminan en dedos con protuberancias redondeadas en las puntas. El mismo caso con sus pies que parecen tener pliegues mucho más anchos entre sus dedos al ver acercarse a Apu Cápac lo observa con cierto interés, quizás con cierto asombro por lo raro que se ve.

—Mi nombre Manutak—dice el batracio humanoide con un tono algo indiferente, pero calmado—. Asumo usted es el representante.
—Lo saludo, Representante. Soy Apu Cápac—se presenta el mago con una leve inclinación—. Y sí, represento a este mundo.
—Muy bien—comenta Manutak aún sonando calmado.

De pronto, cerca del punto de donde brotó Manutak, brotan dos figuras más. Ambas son más corpulentas, si bien siguen teniendo apariencia de batracios. Visten una especie de armadura hecha de un material similar al plástico y además portan lo que parecen ser armas automáticas aunque con cañones algo más anchos. No es posible ver sus caras pues tienen cascos con filtros de aire que cubren por completo sus facciones si bien aún parecen dar visibilidad por lo que parece un amplio vidrio polarizado en el frente. Ambos soldados se posicionan a ambos lados de Manutak. Apu Cápac no parece incómodo ante esto y de nuevo le hace un gesto a su compañero para que se mantenga quieto.

—Sé que no habría venido si no fuera una emergencia—dice Apu Cápac con serenidad—. Hasta donde sé su predecesor vino hace 20 años pidiéndonos ciertas especies de plantas y animales para estudiar la posibilidad de nuevas fuentes de alimento en su mundo. ¿Qué fue de ese proyecto?
—Mi predecesor, lamentablemente, falleció en una revuelta—comenta Manutak, aún sonando algo indiferente a este detalle—. Su proyecto fue saboteado, interrumpido y finalmente descontinuado permanentemente. Hubo quienes creían que era una pérdida de tiempo desde el inicio.
—Lamento oír eso. Entonces, ¿qué es lo que requiere?
—La situación en mi mundo se ha vuelto insostenible. Cada vez más renacuajos y no podemos darles de comer a todos. El espacio se ha agotado en mi mundo y todo escasea. No hay más que caos y violencia por todos lados. Los niveles de contaminación han vuelto ciertas áreas ya prácticamente inhabitables. Y nuestros líderes no harán acción alguna al respecto. ¿Lo entiende? Ya no tenemos espacio en nuestro mundo.
— ¿Quieren asilo? No puedo garantizar que nuestros líderes permitan un éxodo masivo.
—Anticipé eso. Y por lo visto usted también lo que podría suceder. Ha sellado esta área con magia.
—Es una precaución.
—Sí, precaución—dice Manutak con tono áspero—. Por eso, le daré una única oportunidad de remover la protección.

Uros de inmediato nota que algo va mal. Aún antes que los soldados de Manutak apunten con sus armas a su compañero.

—Y hasta allí llegó la diplomacia—comenta el controlador de tierra.

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Y aquí llegamos a un punto interesante en la historia. Los que habitan en el otro lado están desesperados. Sólo imaginen lo que sería de la Tierra si la sobrepoblación alcanzara un límite que vuelve insostenible la vida. Eso ya se puede ver algunas ciudades y países en nuestro mundo. Ahora solo imaginen eso a escala global.

Siempre he creído que los personajes desesperados son los más peligrosos porque son los que tienen nada y todo que perder a la vez.

Así que, esperemos a ver cómo esto se resuelve.

Nos leemos...

jueves, 15 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 1)

El guerrero y el mago

Hay muchas clases de personas en este mundo. Los hay quienes motivan al mundo a mejorar. Quienes no creen que el mundo pueda mejorar sin sacrificios. Quienes pueden cambiarlo, pero no quieren. Quienes quieren y no pueden. Y también quienes buscan sencillamente hundirlo más…

Y en un mundo como este, se requiere mucho de la gente adecuada para cada situación, de gente como ninguno.

Aquella misión no era como las otras.


Sentado en una roca a orillas de un gran lago llamado Titicaca un hombre de unos 42 años quien usa un amplio sombrero negro de alas anchas y un abrigador poncho de colores verde, fucsia y amarillo mezclados en intricados diseños, mira el cielo de la tarde con alegría.

El espectáculo que tiene ante sí es vistoso: nubes anaranjadas en un cielo azul reflejado en el lago mismo que ondula con el viento. Si bien esto normalmente haría tiritar a alguien él al menos sigue activo gracias a ciertas precauciones. En vista de que aún faltan algunos minutos para la hora de la reunión, según puede ver en su reloj, decide entonces sacar una flauta de madera y empezar a tocar.

Las notas de algún modo son audibles, como si el viento, los animales y todo lo demás por un momento se hubieran quedado en silencio para escucharlo. Es una tonada melodiosa tranquila y que inspira paz. Sigue así por varios minutos sin parecer perder el aliento.

—Eres impresionante—comenta otro hombre mientras se le acerca, viste una gruesa casaca marrón, pantalones jeans algo gastados y unas botas bastante gruesas en los pies—. ¿Tocas profesionalmente?
—Hola, Uros. ¿Cómo te ha ido? —responde el primero.
—Nada mal—el hombre se quita el sombrero y le sacude polvo así como el que tiene en la ropa—, las fronteras siguen igual que siempre. Últimamente ayudo en agricultura y construcción. El crimen es crimen estándar. No nos requieren para tanto. Esto por otro lado.

Ambos miran a las relativamente tranquilas aguas. El recién llegado vuelve a ponerse su sombrero. Luce algo nervioso.

— ¿Estás seguro de lo que va a pasar? Sé que no sueles equivocarte, pero…—él mismo se detiene antes de terminar.
—Bastante—responde el aludido con serenidad—. Aunque, créeme, quisiera no tener que preocuparme por esto.
— ¿Cuánto tiempo falta? —pregunta Uros.
—Quince minutos para la sincronización.
—Entonces, es hora de la fiesta.

Varios pilares de tierra se elevan alrededor de Uros mientras éste levanta sus brazos. Luego cierra los puños deteniéndolos en su ascenso y estos se comprimen en rocas de tamaño de balones de fútbol.

Nombre Clave: Uros
Poderes: El poder de manipular la tierra, minerales y demás elementos que componen las capas sedimentarias.
Nacionalidad: Bolivia.


— ¿No vas a preparar un hechizo o algo, Cápac?
—Esta es una misión diplomática, Uros—responde el aludido mientras guarda su flauta y extrae un cayado de entre su poncho. Pareciera imposible que una vara así de larga pudiera haber entrado allí, pero su compañero no parece encontrar esto extraño.

Tras decir esto, el primer hombre golpea su cayado contra el suelo. Las rocas que su amigo ha sacado desaparecen mientras los huecos que habían dejado los pilares son rellenados.

—Trazaré un perímetro alrededor del lago. Así no podrán salir, en caso algo salga mal.
— ¿Puede?
—Espero que no.

Cápac se sienta en la tierra. Sujeta el cayado con ambas manos. Lo clava en el suelo frente al lago mientras murmura lo que parecen oraciones. Rezos a espíritus protectores. El viento parece parar, lentamente la superficie del lago se pone en calma y algo similar a una burbuja de humo se extiende desde el báculo por el contorno del lago.

Nombre Clave: Apu Cápac
Poderes: Místico Clase A. Dominio de hechizos restauradores. Maestro de artes adivinatorias. Experto en protección mística.
Nacionalidad: Perú.


—Esto va a tomar tiempo, ¿verdad? —pregunta Uros mientras genera una especie de sillón con tierra y toma asiento cómodamente.
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Y esa es la primera parte de una corta historia que espero tener para la siguiente semana. ¿Que cómo se me ocurrió? Pues estaba creando otra serie de personajes con súper poderes y me di cuenta que tenía muchos personajes basicamente imitaciones de los icónicos de DC y Marvel quienes son geniales y todo, pero son de Norteamérica. Buscando crear héroes algo más apegados a lo que es más familiar conmigo decidí crear algunos latinoamericanos y aquí veremos algunos.

Y por cierto, en caso se pregunten como sería lo que toca Apu Cápac en la flauta, pues me gusta pensar que es esta tonada:



Y con ese detalle los dejo hasta la siguiente parte.

Nos leemos...