jueves, 24 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 11)

La tensión es palpable en el campo de batalla, los soldados de Manutak lucen algo intimidados a pesar de que los recién llegados apenas son cinco. El hechicero batracio es el primero en iniciar el ataque, pero Apu Cápac crea un escudo que bloquea su hechizo y luego lanza una ráfaga que lo desarma. Manutak no lo espera, lanza su lengua para recuperar su báculo y salta detrás de sus filas, sus corpulentos soldados salen al frente.

—Tu apertura, Coronel—comenta el mago.
— ¡Ataquen! —ordena el aludido con su voz más autoritaria.

El joven de terno es el primero en entrar al combate los soldados saltan hacia él, pero éste sólo fija su mirada en ellos y ellos caen a diferentes lados sin acertar a él Luego se ponen de pie y empiezan a luchar entre ellos. Cuando otro grupo intenta acercarse el primero se da media vuelta y se lanza contra éste causando aún más confusión.

Por otro lado la chica de pelo negro chopa de lana crea vórtices y fuertes ráfagas de viento que usa para derribar a todos sus oponentes con efectividad. Incluso un grupo entero cae fácilmente cuando crea un pequeño tornado que los manda a volar con bastante facilidad.

Finalmente entre los últimos llegados están tres personas: dos de ellos son hombres, uno ya con el pelo canoso y barba gris mientras que el otro relativamente más joven tiene el pelo marrón claro y usa un par de lentes de montura delgada, la otra es una chica de al menos uno 30 años y estatura media. Todos comparten ese aire tranquilo de gente que ha contemplado cosas peores.

El más viejo se lanza contra el grupo de los soldados de élite quienes empiezan a hinchar sus gargantas. Este no se detiene y sigue avanzando como si nada. Entonces los soldados sueltan su atronador grito, pero el efecto de este parece detenerse antes de llegar al sujeto, a medida que avanza parece que algo lo protege e impide que el devastador efecto sónico lo toque si bien si daña el suelo y hace ondular el aire.

Cuando finalmente llega a pocos metros de él, levanta una de sus manos y chasquea lo dedos. De él brota una onda de sonido que golpea a todos los corpulentos soldados y los manda a volar de vuelta al agua. El hombre sólo sonríe ligeramente, aunque al momento siguiente luce preocupado al notar como salen más y más soldados si bien estos son golpeados por ráfagas de aire, tierra que mueve Uros o pedazos de metal que lanza El Coronel.

Los dos sujetos que quedan se acercan a Apu Cápac. Este los saluda con un gesto de su cabeza.

—Saludos Apu Cápac—dice la chica mientras se inclina ligeramente—. ¿Cuál es la situación?
—Hola Misti, hola a ti también Espejos. Gracias por venir. Hay un portal hacia un mundo más allá del nuestro—explica el mago.
— ¿Uku Pacha? —pregunta el llamado Espejos.
—No, un verdadero mundo alterno—prosigue Apu Cápac.
— ¿Has probado sellarlo? —pregunta la chica llamada Misti.
—No es posible desde este lado, alguien tendría que ir al otro para sellarlo definitivamente.
—Ya veo, bueno, entonces, alguien tendría que sacrificarse—comenta Misti.

Se guarda un momento de silencio entre los tres, o al menos uno relativo por los ruidos de combarte que llegan de todos lados.

—Por cierto, ¿has notado que un grupo de los soldados está moviéndose hacia la parte más profunda del lago? —interviene Espejos.
—Quizás se vea como un domo, pero esto es una esfera. No podrán salir ni aunque excavaran en la tierra—explica Apu Cápac—. Al menos mientras siga vivo.
—Descuida, te cuidaremos la espalda, hermano—comenta Espejos.
—Así es, para eso estamos los místicos—afirma Misti.

Justo en esos momentos un grupo de soldados saltan sobre ellos de la nada, intentando cogerlos lanzando sus lenguas. Misti es la primera en moverse ondeando sus manos con lo que se alza un muro de fuego que disuade a los soldados de proseguir su ataque. Luego espejos extrae de la nada un bastón tallado de una rama y lo golpea contra el suelo, de este emergen raíces que atan a los atacantes dejándolos inmóviles.

—Bueno, ¿cuál es el curso de acción ahora? —pregunta Espejos, como si nada acabara de pasar.
—Avancemos, encontremos a Manutak y procuremos retornar a los que están en este lado hasta su mundo sin herirlos—comenta Apu Cápac—. Entonces, veremos cómo cerrar ese portal de una vez por todas.
—Veo que El Coronel está aquí—comenta Misti—. No creo que él siga lo de “sin herirlos”. De hecho, yo misma tendré problemas con ello.
—Entonces procura no matarlo—dice el mago.
—Como digas.

Misti entonces se rodea con fuego y se lanza contra los soldados más cercanos lanzando bolas de fuego a diestra y siniestra si bien intentando no darles directamente. Espejos, por su lado se une también a la lucha, deslizándose al agua y empezando a esquiar sobre la superficie mientras manipula un poco para crear olas y remolinos que usa para sacar a la superficie a los soldados que están sumergidos.


En tierra firma la batalla prosigue mientras el joven de terno sigue manipulando a cada soldado para que luchen entre sí. Sin embargo pronto un soldado logra llegar a él e intenta usar uno de los cuchillos de cerámica para atacarlo. Por toda respuesta saca una pistola y le dispara en el pecho. No obstante, no hay daño pues la armadura del batracio es suficiente para detener la bala.

—Oh, mier…—empieza a decir, pero el batracio es lanzado hacia atrás si bien algo dificultosamente. Al momento siguiente la bala sale de la armadura y vuelve a golpearlo con más fuerza, atravesando finalmente la protección.
—Coronel—dice el joven notando al militar acercándosele y haciendo un saludo militar.
—Teniente, estoy retirado, ya no tengo rango—comenta El Coronel—. Pero, tengo una duda, ¿qué hace usted aquí?
—Ehhh… Vacaciones… Estaba visitando Cuzco.

El Coronel mira hacia el otro lado en el campo de batalla donde la chica con la que el Teniente vino sigue lanzando ráfagas contra sus oponentes y manteniéndolos a raya.

—Veo que ha mejorado—comenta el Coronel mientras alza el vuelo—. Y usted debe ser más cuidadoso.
—Lo haré, señor.
—Ahora, dime ¿dónde está al que llaman Manutak?

El Teniente se concentra y busca entre toda la algarabía y soldados mientras El Coronel aleja a los que se acercan usando piezas de metal que tiene aún a su alrededor.

—Lo encontré—dice el Teniente alegre consigo mismo—. Está dentro del lago.
—Vamos por él entonces.

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¡Nuevos personajes! Eran necesarios para la batalla pues no sería creíble que solo 3 detuvieran a todo un ejército. Aún así deben concentrarse en cerrar el portal. Y siento que esto se está pareciendo cada vez a Los Vengadores, lo cual no era mi intención.

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