jueves, 24 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 11)

La tensión es palpable en el campo de batalla, los soldados de Manutak lucen algo intimidados a pesar de que los recién llegados apenas son cinco. El hechicero batracio es el primero en iniciar el ataque, pero Apu Cápac crea un escudo que bloquea su hechizo y luego lanza una ráfaga que lo desarma. Manutak no lo espera, lanza su lengua para recuperar su báculo y salta detrás de sus filas, sus corpulentos soldados salen al frente.

—Tu apertura, Coronel—comenta el mago.
— ¡Ataquen! —ordena el aludido con su voz más autoritaria.

El joven de terno es el primero en entrar al combate los soldados saltan hacia él, pero éste sólo fija su mirada en ellos y ellos caen a diferentes lados sin acertar a él Luego se ponen de pie y empiezan a luchar entre ellos. Cuando otro grupo intenta acercarse el primero se da media vuelta y se lanza contra éste causando aún más confusión.

Por otro lado la chica de pelo negro chopa de lana crea vórtices y fuertes ráfagas de viento que usa para derribar a todos sus oponentes con efectividad. Incluso un grupo entero cae fácilmente cuando crea un pequeño tornado que los manda a volar con bastante facilidad.

Finalmente entre los últimos llegados están tres personas: dos de ellos son hombres, uno ya con el pelo canoso y barba gris mientras que el otro relativamente más joven tiene el pelo marrón claro y usa un par de lentes de montura delgada, la otra es una chica de al menos uno 30 años y estatura media. Todos comparten ese aire tranquilo de gente que ha contemplado cosas peores.

El más viejo se lanza contra el grupo de los soldados de élite quienes empiezan a hinchar sus gargantas. Este no se detiene y sigue avanzando como si nada. Entonces los soldados sueltan su atronador grito, pero el efecto de este parece detenerse antes de llegar al sujeto, a medida que avanza parece que algo lo protege e impide que el devastador efecto sónico lo toque si bien si daña el suelo y hace ondular el aire.

Cuando finalmente llega a pocos metros de él, levanta una de sus manos y chasquea lo dedos. De él brota una onda de sonido que golpea a todos los corpulentos soldados y los manda a volar de vuelta al agua. El hombre sólo sonríe ligeramente, aunque al momento siguiente luce preocupado al notar como salen más y más soldados si bien estos son golpeados por ráfagas de aire, tierra que mueve Uros o pedazos de metal que lanza El Coronel.

Los dos sujetos que quedan se acercan a Apu Cápac. Este los saluda con un gesto de su cabeza.

—Saludos Apu Cápac—dice la chica mientras se inclina ligeramente—. ¿Cuál es la situación?
—Hola Misti, hola a ti también Espejos. Gracias por venir. Hay un portal hacia un mundo más allá del nuestro—explica el mago.
— ¿Uku Pacha? —pregunta el llamado Espejos.
—No, un verdadero mundo alterno—prosigue Apu Cápac.
— ¿Has probado sellarlo? —pregunta la chica llamada Misti.
—No es posible desde este lado, alguien tendría que ir al otro para sellarlo definitivamente.
—Ya veo, bueno, entonces, alguien tendría que sacrificarse—comenta Misti.

Se guarda un momento de silencio entre los tres, o al menos uno relativo por los ruidos de combarte que llegan de todos lados.

—Por cierto, ¿has notado que un grupo de los soldados está moviéndose hacia la parte más profunda del lago? —interviene Espejos.
—Quizás se vea como un domo, pero esto es una esfera. No podrán salir ni aunque excavaran en la tierra—explica Apu Cápac—. Al menos mientras siga vivo.
—Descuida, te cuidaremos la espalda, hermano—comenta Espejos.
—Así es, para eso estamos los místicos—afirma Misti.

Justo en esos momentos un grupo de soldados saltan sobre ellos de la nada, intentando cogerlos lanzando sus lenguas. Misti es la primera en moverse ondeando sus manos con lo que se alza un muro de fuego que disuade a los soldados de proseguir su ataque. Luego espejos extrae de la nada un bastón tallado de una rama y lo golpea contra el suelo, de este emergen raíces que atan a los atacantes dejándolos inmóviles.

—Bueno, ¿cuál es el curso de acción ahora? —pregunta Espejos, como si nada acabara de pasar.
—Avancemos, encontremos a Manutak y procuremos retornar a los que están en este lado hasta su mundo sin herirlos—comenta Apu Cápac—. Entonces, veremos cómo cerrar ese portal de una vez por todas.
—Veo que El Coronel está aquí—comenta Misti—. No creo que él siga lo de “sin herirlos”. De hecho, yo misma tendré problemas con ello.
—Entonces procura no matarlo—dice el mago.
—Como digas.

Misti entonces se rodea con fuego y se lanza contra los soldados más cercanos lanzando bolas de fuego a diestra y siniestra si bien intentando no darles directamente. Espejos, por su lado se une también a la lucha, deslizándose al agua y empezando a esquiar sobre la superficie mientras manipula un poco para crear olas y remolinos que usa para sacar a la superficie a los soldados que están sumergidos.


En tierra firma la batalla prosigue mientras el joven de terno sigue manipulando a cada soldado para que luchen entre sí. Sin embargo pronto un soldado logra llegar a él e intenta usar uno de los cuchillos de cerámica para atacarlo. Por toda respuesta saca una pistola y le dispara en el pecho. No obstante, no hay daño pues la armadura del batracio es suficiente para detener la bala.

—Oh, mier…—empieza a decir, pero el batracio es lanzado hacia atrás si bien algo dificultosamente. Al momento siguiente la bala sale de la armadura y vuelve a golpearlo con más fuerza, atravesando finalmente la protección.
—Coronel—dice el joven notando al militar acercándosele y haciendo un saludo militar.
—Teniente, estoy retirado, ya no tengo rango—comenta El Coronel—. Pero, tengo una duda, ¿qué hace usted aquí?
—Ehhh… Vacaciones… Estaba visitando Cuzco.

El Coronel mira hacia el otro lado en el campo de batalla donde la chica con la que el Teniente vino sigue lanzando ráfagas contra sus oponentes y manteniéndolos a raya.

—Veo que ha mejorado—comenta el Coronel mientras alza el vuelo—. Y usted debe ser más cuidadoso.
—Lo haré, señor.
—Ahora, dime ¿dónde está al que llaman Manutak?

El Teniente se concentra y busca entre toda la algarabía y soldados mientras El Coronel aleja a los que se acercan usando piezas de metal que tiene aún a su alrededor.

—Lo encontré—dice el Teniente alegre consigo mismo—. Está dentro del lago.
—Vamos por él entonces.

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¡Nuevos personajes! Eran necesarios para la batalla pues no sería creíble que solo 3 detuvieran a todo un ejército. Aún así deben concentrarse en cerrar el portal. Y siento que esto se está pareciendo cada vez a Los Vengadores, lo cual no era mi intención.

viernes, 18 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 10)

El Coronel es el primero en reaccionar de entre todos. En un rápido ademán lanza, de entre sus creaciones metálicas orbitándole, una vara de metal contra Manutak al tiempo que usa el mazo para golpear a los soldados que están cerca. El hechicero batracio de inmediato crea un escudo de energía oscura que repele la varilla sin problemas, pero el mazo llega al siguiente momento, impactando tan fuerte que lo hace retroceder un poco.

—Impresionante, simio—dice el hechicero batracio mientras le apunta con su báculo—. Serás el primero en caer.
—Después de ti, sapo—responde el aludido mientras golpea una vez más con su mazo haciéndole perder al hechicero la concentración por un momento.

Los soldados de Manutak restantes saltan en ese momento contra El Coronel, algunos extraen unos cuchillos militares de lo que parece cerámica, otros disparan sus lenguas para golpearlo o atraparlo, pero Uros levanta una muralla de tierra para defenderlo a tiempo.

En un momento, más y más soldados salen del agua y Manutak se pierde entre ellos mientras empieza a ondear su báculo. Apu Cápac interviene, pero ante la marejada de oponente se ve obligado a inmovilizar a varios soldados que intentan atacarlo. Incluso luego de esto varios intentan apilarse sobre él, lo que lo fuerza a desvanecerse en niebla.

—Oh, vamos, ¡pelea! —le grita su compañero militar mientras con pinzas de metal que ha formado coge a uno de los soldados y lo arroja contra un grupo—. ¡Estos sujetos quieren nuestro mundo y nuestras vidas!

Con un gesto divide las pinzas en dos, forma un par de largos mazos y empieza a golpear a diestra y siniestra a los batracios soldados al tiempo que sobrevuela por el lago intentando encontrar a Manutak. Su atención, sin embargo, es desviada cuando varios de ellos disparan sus lenguas sujetando sus extremidades. El tirón es fuerte, pero en un giro de sus piezas de metal corta las lenguas limpiamente. Alcanza entonces a ver a Manutak siendo escudado por sus corpulentos guardias antes de sumergirse en el agua. Cuando intenta avanza, sin embargo, más soldados salen del agua y lo atacan.

Uros, por su lado, está intentando mantener a los batracios en el agua elevando la tierra en murallas y manipulando el suelo para lanzarlos de vuelta. Sin embargo, no faltan los que saltan lo suficiente para llegar a él, uno hasta logra lanzar su lengua y cogerlo del cuello. Por suerte logra lanzar una roca contra su atacante y liberarse, pero al momento siguiente al menos media docena ha logrado saltar su muro. Sin muchas opciones opta por sumergirse en la tierra cuando estos llegan con sus cuchillos a atacarlo quedando estos confundidos por un momento. Entonces, el manipulador de tierra proyecta pilares sólidos del suelo para golpearlos. Tras esto emerge y eleva mucho más las murallas. Para luego impulsarse hacia el tope de esta y ver lo que está pasando. La niebla que conjuró Apu Cápac entonces se eleva con él. Uros sonríe al ver cómo pasa por su lado.

El Coronel, por su parte, sigue golpeando a cuantos oponentes puede, dejando a varios malheridos a su paso para llegar con los guardias de Manutak. Cuando finalmente llega con ellos, éstos hinchan sus gargantas, listos para lanzar el ataque de sonido anterior. Sin embargo, el militar sabe qué hacer ahora, se eleva rápidamente rompiendo la barrera del sonido, saliendo del domo en el proceso. La onda de impacto que esto genera deja a varios de los batracios aturdidos, los más cercanos hasta caen al suelo.

La niebla blanca de Apu Cápac empieza entonces a esparcirse sobre el lago y rodear a los soldados, los cuales parecen algo atemorizados, pero entonces Manutak aparece de entre sus corpulentos protectores manipulando agua de color oscuro que esparce en el ambiente mientras recita un hechizo, esto parece repeler en parte a la niebla blanca. Cuando termina su rezo esta brilla de un color púrpura intenso antes de expandirse en vapor oscuro que rodea toda el área dentro del domo dorado. Cuando impacta en las murallas que ha creado Uros, estas empiezan a disolverse en fango oscuro, con lo cual el manipulador de tierra se obligado a saltar al agua. El Coronel entonces intenta atacarlo una vez más con su mazo, pero el metal se oxida y desaparece rápidamente.

—Han perdido, ríndanse—croa Manutak mientras apunta al Coronel con su báculo—. Aún con los que has matado aquí, tenemos muchos refuerzos más en nuestro mundo.

El Coronel está por responder cuando una voz resuena en su oído. Se da cuenta que un ligero hilo de neblina blanca está rodeándolo.

Retrocede—parece decir la calmada e inconfundible voz de Apu Cápac.
— ¿Qué? —responde el militar en un susurro también.
Retirada táctica.

El Coronel entonces se fija en que el hilo de niebla blanca retrocede hasta donde cayó Uros y rápidamente la sigue, alejándose de Manutak quien parece interpretar esto como un intento de escape. Se limita a  dar media vuelta y congregar a sus soldados, de los cuales salen cada vez más del agua.

—La victoria es nuestra, camaradas—anuncia mientras avanza con sus guardias corpulentos rodeándolo—Acabemos con la escasa resistencia que queda.

El grupo marcha hasta llegar al punto donde la muralla de Uros se ha disuelto. Manutak lanza un hechizo al suelo solidificándolo para seguir su paso sin problemas junto a su ejército. Sin embargo cuando al menos dos batallones ya están en tierra se eleva una nube de polvo. Manutak ríe mientras ondea su cayado.

— ¿Creen que esto nos detendrá ahora? —comenta mientras un viento empieza a disipar el polvo.

El primero en ser revelado es el militar, flotando, ahora con más metal rodeándolo y tomando forma de sables y mazas.

—Bueno, adivina qué, sapo—dice El Coronel con un tono de ironía muy evidente—. Nosotros también tenemos refuerzos.

En efecto, muchas más figuras se revelan de entre el polvo. La primera es salir es una chica de unos 20 años de edad, tiene largo pelo negro y viste una chompa de lana y pantalones jean. A su lado otro joven vestido con terno, con camisa blanca desabotonada y sin corbata. Uno a uno, los héroes que han llegado se revelan para sorpresa de Manutak.

Cuando el polvo se ha disipado del todo, ambos grupos, de batracios y de humanos, están listos para lo que será la batalla decisiva.

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Y con esto se da pie a la batalla decisiva. El final se acerca y pronto veremos que tan peligrosos son los contricantes de ambos bandos.

Nos leemos...

viernes, 11 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 9)

Uros se limpia el polvo de su ropa mientras a su costado Apu Cápac expande un poco más el brillante domo, cubriendo ahora un área mucho más grande de la superficie del lago llenando más espacio de luz dorada. El Coronel, por otro lado, no está a ningún lugar visible.

— ¿Crees que hacer esto es lo correcto? —pregunta de pronto el mago mientras cesa su conjuración.
—Sabes que no soy un luchador, por eso lo llamé a él. —El manipulador de tierra se muestra algo indiferente—. No es precisamente agradable, pero él ha vivido muchas situaciones como estas.
—Es sólo que no creo que debamos empezar una guerra.
—La guerra ya ha empezado—interviene el mismo coronel mientras llega volando—. Y ellos la han buscado.
— ¿Y eso nos da el derecho a responder?
—A veces tienes que aprender cuándo luchar de vuelta, Perú.
—Y a veces tienes que aprender cuándo no, Coronel.
— ¿No pelear te ha servido de algo?
—Contra ti, ¿lo has olvidado?

El militar frunce un momento el ceño, pero no pierde la compostura. Se fija en la superficie del lago y se eleva en el aire nuevamente para flotar hasta el punto de ingreso entre mundo. Junto a él leva algunas esferas de metal levitando a su alrededor.

— ¿Listo para esto? —pregunta mientras convierte las esferas en diversidad de armas cortantes, lo que parecen pinzas y una maza.
—Con dudas, pero lo haré—responde Apu Cápac mientras nuevamente traza un camino de luz y avanza hacia donde está el militar.
—Esperen, les daré respaldo—dice Uros.

Con varios ademanes eleva varias capas de tierra y forma un aro que avanza hasta rodear la zona en la que El Coronel se encuentra.

—Interesante—comenta el Coronel ruidosamente—. Pensé que solo podías manipular tierra aún conectada al suelo.
—Pues si morimos, al menos tú lo harás sabiendo una cosa más.
—No vamos a morir—comenta Apu Cápac mientras apunta su báculo a la superficie del agua—. Todos estaremos bien.
—Eso espero—dice el militar mientras prepara sus armas— ¡AHORA!

Apu Cápac ondea su cayado abriendo en la superficie del agua un portal a lo que parece un cielo nocturno lleno de nubes tormentosas. Si bien resulta un espectáculo impresionante ver finalmente el otro lado de ese nexo entre mundo, a pesar de los truenos y  relámpagos que inundan el ambiente, saben que no deben detenerse. Tras unos segundos de mirar la vista, Apu Cápac avanza hacia el borde.

Desde el otro lado nadie parece estar viendo o haber notado la apertura del portal. Lo cual extraña al mago, sin embargo, es rápidamente evidente el porqué de esto cuando es distraído por un relámpago que ilumina lo que parece un edificio a la distancia. A la luz de más relámpagos se puede percibir que es un edificio con señas de un bombardeo reciente. Luego se da cuenta que mucho del ruido no es sólo relámpagos sino también disparos y gritos.

—Hay más en juego de lo que nos dijeron—comenta el mago.
— ¿A qué te refieres?

Apu Cápac entonces se lanza al portal. A pesar de las protestas de sus compañeros. El aire al otro lado de pronto se vuelve más denso y viciado. Se lanza un hechizo protector a su alrededor. En efecto, el lugar donde se encuentra parece ser un lago artificial creado con apenas unos 50 metros de diámetro. Rodeando todo están los remanentes de vallas y tecnología. Los relámpagos iluminan no muy lejos de allí un campo de batalla con grupos de soldados atacándose hasta que un par de relámpagos oscuros destrozan a uno de ellos. Apu Cápac puede distinguir a Manutak dirigiendo al otro grupo, no tiene dudas de que quizás la misma tormenta fue conjurada por él.

Entonces algo lo coge por la cintura, por un momento pensó que era un enemigo, pero era un pedazo de metal que El Coronel ha lanzado para sacarlo, lo cual en efecto pasa en cuestión de segundos. Apenas pasa de vuelta a su mundo lanza un rayo dorado hacia el portal en el agua, el cual llega hasta el cielo al otro lado y despeja las nubes, quitando los relámpagos del cielo. Sin embargo ni aún así es posible ver estrellas o la luna. Sin embargo, pronto se empiezan a oír voces. Y también una protesta de El Coronel.

— ¿Por qué hiciste eso? —pregunta mientras se oye la marcha de lo que parecen muchas personas.
—Ellos están peleando entre ellos, no todos están de acuerdo con invadir. Quizás aún podamos razonar.
—Bueno, eso llamará su atención—comenta Uros mientras atrae la tierra hacia sí.
—Todos tomen su posición—ordena El Coronel aún fastidiado—. Y no creo que vengan a charlar.
—Cerraré el portal entonces—dice Apu Cápac mientras vuelve a ondear su bastón y con lo que la ventana al otro mundo se cierra nuevamente para dejarlos una vez más aislados de ellos.

—Debiste aprovechar la situación y cerrar el portal del otro lado—comenta el Coronel.
—Están en un conflicto ellos mismos. Si ha gana el otro bando quizás podamos acordar algo menos extremo para todos.
—Lo dudo.
— ¿Por qué?
—Porque creo que les diste una razón para unirse—comenta El Coronel apuntando al lago.

La superficie del agua se agita y ahora sale lo que sólo puede definirse como una legión entera de soldados batracios. Todos vistiendo las mismas armaduras de combate, pero en lugar de cascos y armas metálicas parecen tener una protección de una fibra resistente y carecer de armas. Esto toma por sorpresa al Coronel quien al parecer intentaba manipularlos directamente usando el metal del cual ahora carecían.

—Bueno, a improvisar—se limita a decir mientras les arroja grandes piezas de metal que tenía dispersas en la orilla.

Uros no espera para lanzar grandes pedazos de tierra y rocas contra la oleada de soldados, estos saltan y extraen lo que parecen armas hechas con la misma fibra que sus cascos. Apu Cápac, por su lado, se limita a lanzar lo que parecen ataduras de energía, por lo que los soldados a la vanguardia son los primeros en caer a pesar de su superioridad numérica.

Pero entonces, de detrás de ellos emergen los mismos soldados robustos que antes habían ayudado a Manutak a llevar al resto de vuelta a su mundo. Estos guerreros más imponentes se retiran los cascos revelando unas robustas caras de batracios humanoides, algunos incluso tienen cicatrices. Todos aspiran aire por su boca rápidamente y, antes de que cualquiera pueda reaccionar, liberan un bramido tan fuerte y poderoso que manda a volar a sus propios compañeros frente a ellos.

El impacto sónico incapacita a El Coronel y a Uros, pero Apu Cápac se apresura en escudarlos con uno de sus hechizos protectores antes de que reciban más daño. Las oleadas de soldados batracio no cesan y ellos pronto se ven superados en número.

— ¿Alguna idea? —pregunta el mago mientras expande sus barreras para repeler ataques y evitar que ataquen a sus compañeros.

La respuesta, no obstante, no llega de ellos.

—Pueden empezar por rendirse—dice Manutak mientras sus soldados abren paso para él—. Esto se acabó. Hemos ganado.

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Y aquí la siguiente parte. Tenemos un vistazo del mundo de los batracios. Y si bien es posible que Manutak hubiera invocado esa tormenta, lo cierto es que el cielo tampoco está muy limpio que digamos.

Como él mismo dijo, es un mundo llevado al límite. Y un mundo así se llena de gente desesperada. Pero quizás la intención de Manutak no sea la más noble tampoco.

Nos leemos...

viernes, 4 de julio de 2014

El guerrero y el mago (parte 8)

Las aguas del Titicaca siguen tranquilas y el domo dorado brillante sigue iluminando el lugar. El Coronel ha terminado de evaluar todo el terreno y sigue examinando la superficie, sin embargo, algo parece tenerlo intrigado.

—Alguien tómese un momento para explicar de dónde vienen esas criaturas, por qué estaban aquí y cómo hacen para llegar—comenta con una voz serie mientras gira a sus compañeros.

Apu Cápac entonces se pone de pie. Parece ya estar descansado.

—Este mundo—dice mientras se para a su lado y señala el agua con su cayado—, todo lo que ves, es el reflejo de otros mundos. Cada cual variando como puede variar lo que observas en el agua dependiendo de tu posición.
—Hablas de una Tierra alterno, ¿verdad? —le corta El Coronel—. ¿Son de un mundo paralelo al nuestro?
—Esa es una forma de decirlo—admite Apu Cápac algo sorprendido—. Veo que el concepto no te es…
—Mis sobrinos ven una serie que en un episodio trató de ese tema—admite el militar—. Cuando cuidas a unos niños regularmente, terminas absorbiendo algo de ellos.
—Sí, respecto al por qué están aquí. Hace algunos años descubrieron un método para acceder a los otros mundos. Junto con mi predecesor logramos hacer contacto con un grupo de exploración. Su líder se llamaba Atanud. Nos explicó que su mundo estaba en una crisis, la contaminación, la sobrepoblación y la escasez de alimentos y agua limpia había dejado a su planeta al borde del colapso. Acordamos ayudarlos. Les dimos muestras de nuestras plantas y especies animales, esperando que pudieran prosperar en su mundo. Sin embargo, todo parece haber ido muy mal y ahora quieren tomar nuestro mundo por la fuerza—el mago luce algo preocupado—. Pensé que Atanud lo lograría. Supongo que fue tarde.
—O quizás querían que fallara y no les gustó que no fuera así.
— ¿Qué quieres decir?
—Que quizás apoyaron su empresa en un inicio porque no creyeron que lo lograría. Posiblemente esperaban que su fracaso les diera la carta blanca para tomar medidas extremas. Pero cuando se dieron cuenta de que estaba funcionando, muy probablemente ganando el apoyo de la gente en el proceso se dieron cuenta de que no podrían ejecutar su plan.
— ¿Sabotear la supervivencia de su propia especie?
—No dudo que la forma en la que tu amigo batracio quería resolver el problema en su mundo era buena, pero hubiera tomado tiempo. De seguro ellos querían resultados inmediatos.
—Vale la pena esperar para ciertas cosas.
— ¿Y qué hacer mientras tanto? ¿Dejar que el mundo arda a tu alrededor? Hay veces donde es necesario ser decisivo y entrar a la acción.
—Entiendo que tu gente sea de ese pensar.
— ¿Mi gente? —El Coronel parece un poco irritado.
—Me refería a militares—se apresura a responder el mago al darse cuenta de cómo lo ha interpretado su compañero—. Buscan siempre soluciones rápidas, sobre la marcha, en momentos de crisis.
—No, no siempre. También pensamos a largo plazo. No nos empaquetes a todos en la misma caja. Yo no ando diciendo que los magos sean unos idealistas sin remedio.
—No somos todos así, entiendo tu punto.
—Es un progreso, ahora, ¿cómo funciona lo de ir a otros mundos?

Apu Cápac se limita a tocar la superficie del agua, calma hasta ese momento, con la punta de su cayado. Hay una ligera ondulación.

—Ellos tienen algo en su magia que conecta a su mundo con el nuestro mediante cuerpos de agua. No tengo idea de por qué exactamente este punto es el que lo conecta, pero está aquí. Allí, para ser exactos. —Señala un punto adelante, la ondulación choca contra lo que parece ser un círculo invisible en el agua—. Es relativamente grande.

El Coronel luce algo confundido. Alza el vuelo y se desplaza hasta ese punto con suavidad. El círculo que evitar la ondulación tiene al menos 25 metros de diámetro hasta donde puede percibir. Regresa con el mago de inmediato.

— ¿Y no puede cerrarse? —pregunta él con calma mientras aterriza junto a Apu Cápac.
—Ya lo he intentado, pero todo parece indicar que algo al otro lado evita que se cierre. Deben estar invirtiendo muchos recursos sólo en mantenerlo abierto. Y aún no vienen.
—Entonces, ¿cómo lo cierras?
—Tendría que hacerlo desde el otro lado. Lo cual, creo yo, es lo que están esperando.
—Porque sería un suicidio. Quieren que vayamos allá.
—Sería un viaje de ida. Tendríamos que eliminar lo que sea les permite viajar entre mundo y eso nos dejaría varados allá.

Sólo queda silencio por un momento. Interrumpido de pronto por un grito de júbilo.

— ¡Al fin! —exclama Uros mientras camina de la tierra ya sin círculo brillante. Hacia sus compañeros—. Ya estoy listo para lo que viene. —Choca ambas palmas—. ¿Qué tenemos que hacer?
—Resistir aquí a la eventual oleada que llegará o ir con ellos y sellar la puerta desde el otro lado, atrapándonos en el proceso—resume El Coronel.
—Vendrán—dice Apu Cápac—. Saben que si reunimos más gente, no podrán ganar. Intentarán derrotarnos y luego, traerán a toda su fuerza para detenernos.
— Bien, no entiendo de que va, pero ¿no hay alternativas para cerrar esto? —pregunta Uros.
—Es cierto—admite El Coronel—. Dices que el agua es parte del método que usan para cruzar, ¿qué pasa si la eliminas de este lado?
—Aun quedaría la de su lado—explica el mago—. El portal seguiría allí.
—Bueno, entonces sólo nos queda luchar—comenta el militar—. Como en los viejos tiempos.
—Nunca me gustó mucho luchar—admite Uros al Coronel—. Todas esas veces que peleé contigo, sólo fue por defender mis fronteras.
—Tampoco fue personal, era lo que me ordenaron.
—Pero sé que aquí, Apu Cápac fue quien te dio mayor pelea.
—Más que pelea fue hacer un domo como este, anular las armas de los soldados y soportar mis ataques hasta que no pudimos pelear más—comenta El Coronel.
—Suena a que le gano de todos modos, Coronel.
— ¿Y qué haces tú con tu vida ahora, Uros? —replica el aludido—. ¿Arar campos?
—Al menos una niña no me dejó hospitalizado—comenta Uros algo despectivamente.
—Alto los dos—interviene Apu Cápac al notar como la hostilidad está por aparecer—. No estamos aquí para luchar entre nosotros.
—Es cierto—dice Uros.
—Te doy la razón—admite El Coronel—. Debemos plantear una estrategia. Y yo tengo una en mente.

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Notarán que hay algunas fricciones aún entre estos sujetos, pero que las pueden dejar de lado por el bien mayor. Esa es la clave de un equipo y esto está por ponerse más grande.

Pido disculpas por atrasarme, procuraré tener la siguiente parte lista desde antes.

Nos leemos...