jueves, 29 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 3)

Antes de que Uros pueda responder a la amenaza de los guardias de Manutak, Apu Cápac le hace un firme gesto para que se detenga.

—No te preocupes amigo—le recalca firmemente mientras gira de nuevo a los soldados portando armas—. Invadir no será una opción viable. Créanme, no quieren empezar una guerra con nuestro mundo.
—No debe ser así, a menos nos fuercen a ello—comenta Manutak con calma—. Sólo retire la protección y déjennos entrar a su mundo. Luego, veremos si podemos o no discutir términos.
—Me temo que no puedo permitirlo—responde Apu Cápac con determinación—. Nuestro mundo también está sufriendo sobrepoblación. No creo que puedan mantenerse juntas entre otras…
—Entonces lo haré yo—lo interrumpe Manutak mientras en una de sus manos aparece un cayado de madera con una gran punta nudosa—. Esto no es personal. Es sólo nuestra supervivencia. —Gira hacia los dos soldados—. Disparen.

Los guardias disparan de sus armas lo que, sin duda, son descargas de plasma, lo cual explica que tengan cañones grandes. Apu Cápac logra protegerse con un escudo de energía justo a tiempo tras lo cual procede a lanzar de su cayado descargas de aire que les arrebatan a ambos atacantes los rifles de las manos haciéndolas caer al agua.

Tras presenciar todo esto, Uros decide no quedarse atrás, en un simple movimiento de sus manos eleva tierra al nivel de la superficie del agua creando un camino hacia su compañero y echa a correr hacia él. Manutak, quien parecía a punto de hacer algo, se queda momentáneamente perplejo por esta acción. Mientras Uros corre por el camino extrae dos pedazos de tierra a sus pies y los usa como proyectiles para derribar a ambos soldados.

— ¿Qué clase de magia es esa? —exclama Manutak evidentemente confundido mientras sus guardias caen cada cual a un lado suyo.
—No es magia—aclara Uros mientras eleva una roca inmensa por sobre su cabeza—. Es un poder.

Dicho esto, con un ademán, lanza la roca contra el batracio humanoide. Éste entonces adopta una expresión de rabia en su rostro antes de que sus ojos se vuelvan completamente negros. La roca es impactada por un rayo de energía negro que lanza del nudo de madera en su cayado y ésta detiene su movimiento lentamente mientras, de a pocos, se reduce a polvo negro creando una nube que Manutak usa para cubrirse a sí mismo y a sus guardias.

—Eso no te…—empieza a decir Uros mientras intenta sacar más tierra.

Antes de que termine de entre el humo oscuro saltan ambos guardias cada uno empuñando lo que parece un cuchillo militar de un largo superior al que usan los ejércitos estándar en el mundo humano. El controlador de tierra intenta sacar algo para formar un escudo, pero nota que a sus pies el camino que había creado se ha vuelto negro también, lo cual parece impedir su control sobre este elemento.

— ¡Cuidado! —exclama Apu Cápac mientras se pone frente a él y crea una barrera de energía dorada.

Ambos guardias chocan al mismo tiempo contra el escudo en un golpe sordo. Ni siquiera llegan a rebotar cuando la barrera los envuelve a ambos y quedan flotando en medio del aire como una extraña burbuja.

Entonces el humo se concentra de nuevo en un solo punto, formando una esfera negra. Esto deja a la vista a Manutak quien parece estar acabando de concentrar un ataque con magia oscura en esa misma esfera. Uros se percata de ello antes de que su compañero pueda, ocupado como está con los guardias.

—Adiós, mago—comenta Manutak con una voz grave antes de disparar su hechizo.
—Cápac, ¡cuidado! —advierte Uros, quien incapaz de manipular la tierra negra solo atina a lanzarse en el camino del rayo.

Apu Cápac logra lanzar a los guardias fuera del camino y crear un domo de energía para proteger a su amigo pero cuando el rayo de magia oscura impacta contra este, si bien parece detenerse un momento, lo atraviesa finalmente impactando con Uros, quien ya se había puesto en posición para defenderlo del ataque.

El impacto manda a volar a Uros contra el mago y ambos por poco caen al agua. Apu Cápac por suerte logra no solo mantener el equilibrio sino que lanza otra ráfaga de aire contra Manutak antes de que este pueda intentar otro ataque. El batracio humanoide salta varios metros hacia arriba para eludir el ataque y mientras aún está en el aire usa su báculo para atraer hacia él a sus guardias aún dentro de la burbuja del mago antes de zambullirse en el agua. Apu Cápac corre hacia el lugar pero cuando llega el agua ya dejo de agitarse con extraña rapidez. A pesar de estar inusualmente clara, no se puede apreciar a nadie bajo ella.

—Han cruzado—comenta el mago—. Debo sellar la entrada.

Entonces cierra los ojos antes de lanzar un golpe con su cayado al camino de tierra oscura y tras un destello de luz dorado ésta vuelve a la normalidad. Luego vuelve a abrir los ojos, los cuales se han vuelto negros, y lanza un hechizo contra el agua en el punto donde Manutak se zambulló. Un inmenso sello con una forma similar a un cuarto menguante de luna hecho de energía púrpura oscura se traza algo burdamente antes de desaparecer como humo. Apu Cápac se da media vuelta, sus ojos aún emanando algo de energía oscura.

 —Pensé que… ahhh…—alcanza a decir Uros—… no usabas magia negra…
—No si no puedo evitarlo—dice Apu Cápac mientras camina hacia él. Sus ojos ya de color normal—. Vamos te ayudaré. Debemos ir a la orilla.

El mago ayuda al controlador de tierra a levantarse y ambos caminan algo torpemente hacia la orilla donde el primero recuesta al segundo en una piedra. Para entonces parece que por las venas del cuello de Uros asciende un líquido oscuro, visible a través de su piel. Apu Cápac luce preocupado, mientras le apunta con su cayado al pecho.

—Tengo buenas y malas noticias.
— ¿Puedes curarlo?
—Sí.
— ¿Pero va a doler un diablo?
—Sí.
— ¿Me dejará secuelas graves?
—No hasta donde sé.
—Entonces son buenas noticias.

El mago no puede sino asombrarse de la calma con la que su compañero se toma la situación. Pero se limita a empezar el proceso de curación.

—Lamento no haber podido… oh, caray… esto realmente…—se queja Uros de pronto—. Lamento no haber sido de ayuda.
—Descuida, estarás bien—lo calma Apu Cápac—. Y Manutak se dio cuenta de cómo anular tu poder. Es lo primero que hacen los magos. Buscar el control.
—Hablando de ello. Ah...  ¿Cuánto durará tu sello?
—No mucho si él sabe cómo romperlo
—Debemos llamar refuerzos entonces.
—Lo sé, apenas termine con tu curación debo de contactar al resto.
—De todos modos no soy… ah, demonios…—vuelve a quejarse el controlador de tierra—. No soy un guerrero. Tendremos que llamar a uno.

Y sólo entonces. Es cuando uno se da cuenta de que en tiempos de guerra es mejor llamar a un guerrero que haya vivido en una toda su vida.

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La invasión está por empezar. Y pronto entra... El Guerrero. Uros no es un guerrero, al menos no uno a tiempo completo. Los invasores pronto vendrán, y es momento de medidas interesantes.

Adelanto que toda la siguiente parte irá con el nuevo personaje por ingresar.

Nos leemos...

jueves, 22 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 2)

Algunos minutos después, Uros sigue sentado en su precario asiento levitando piedras entre sus dedos para distraerse. De pronto, Apu Cápac se pone de pie, si bien lo hace lentamente y con calma.

—Ya era hora. Siento que llevo días esperando—comenta Uros poniéndose de pie él también y volviendo a hundir en la tierra su creación—. ¿Qué hacemos ahora?
—Esperar—se limita a decir su compañero.
—Muy bien, explícame de qué va todo esto una vez más—pide Uros mientras se quita el sombrero una vez más para rascarse la cabeza—. Si es sólo diplomacia, ¿por qué la barrera?
—Precaución—se limita a decir Apu Cápac.
—Eso quiere decir que sabes que saldrá algo peligroso—comenta Uros suspicazmente.
—Todos podemos ser peligrosos—se limita a decir el mago—. Incluso yo lo soy.
—Sí y no hay muchos de los nuestros que tengan magia—admite su compañero—. Y la mayoría son villanos. ¿A qué se debe eso?
—Todos podemos usar magia—explica Apu Cápac mientras observa a su interlocutor con tranquilidad—. Es sólo que no todos podemos acceder a ella de la misma forma.
— ¿Por qué? —pregunta Uros, intrigado.
—Porque la gente ha perdido su capacidad de creer—explica el místico mientras ondea su cayado el cual empieza a resplandecer con luz blanca—. La magia no se ha vuelto más que fantasías que cuentas a los niños. —El brillo entonces empieza a apagarse—. Hoy la mayor parte piensa que el mundo no puede cambiar. Que es cruel y frío. —El brillo termina de extinguirse—. Y con esa clase de emociones, no quieres saber qué clase de magia empiezas a evocar.

Tras decir esto Apu Cápac clava su cayado en el suelo. Sus ojos se ponen negros, de la base del cayado brotan raíces oscuras que extienden al menos un metros a su alrededor, el suelo se pone gris y árido y salen espinas negras que crecen al menos treinta centímetros del suelo formando una tétrica imagen. Su compañero se limita a retroceder, algo súbitamente, moviendo incluso un poco de tierra para acelerar su movimiento. Sin embargo al segundo siguiente en un rápido destello blanco todo regresa a la normalidad mientras el hechicero reasume su postura calmada.

—No vuelvas a hacerlo—dice Uros evidentemente incómodo—. Eso fue aterrador.
—Descuida, amigo mío, sólo era un ejemplo—le dice el mago sonriendo—. No suelo evocarla si puedo evitarlo. Y, respecto a esto, se acabará pronto. —Mira a la superficie del lago—. Sí, ya empieza.

El viento parece haber dejado de soplar sobre la superficie del agua. Los mismos animales que normalmente la habitarían brillan por su ausencia. Quizás debido al hechizo de Apu Cápac, quizás por otra razón. Lo único cierto es que el lago es un espejo perfecto del cielo con su calmada superficie.

Entonces, el agua empieza a ondular.

—Allí vienen—comenta el hechicero mientras le señala a su compañero la ondulación a unos 15 metros de donde están ambos parados.
— ¿Seguro que no quieres que saque las piedras? —pregunta Uros mientras hace el ademán de intentar sacar algunas.
—No creo sea necesario—lo calma su amigo—. Mi protección debería bastar para disuadir cualquier ataque no provocado. Ahora, procura no hacer algo que pueda interpretarse como agresión.

Las pequeñas ondas llegan hasta la orilla formando pequeñas olas, luego regresan a su punto de origen donde algo de tamaño mediano empieza a emerger del círculo ondulante en el agua. Lo primero que emerge es una cabeza algo abultada que extrañamente no parece estar húmeda. Luego emerge el resto del cuerpo más delgado cubierto de un atuendo similar al de un traje de buzo con símbolos similares a pictogramas. Finalmente las piernas emergen del agua hasta que las puntas de los pies quedan sobre la superficie del agua. Entonces el ser despliega de lo que parece una mochila en su espalda una capa de color azul oscuro que cubre su cuerpo dejando, no obstante, su cara aún visible antes de fijar su mirada en los dos humanos cerca de la orilla del lago.

Uros estuvo por soltar un par de interjecciones que posiblemente hubieran arruinado todo el encuentro desde ese momento, pero, por suerte, su compañero anticipaba su reacción y con un gesto sutil le pide guarde silencio mientras él camina hacia el recién llegado lanzando un hechizo al agua para poder andar sobre ella.

El ser que en ese momento está parado y observándolos desde la superficie del agua tiene la cabeza de un sapo, su piel es arrugada y de tono grisáceo, con varios pliegues bajo los ojos y cuello. Sus manos son palmeadas y terminan en dedos con protuberancias redondeadas en las puntas. El mismo caso con sus pies que parecen tener pliegues mucho más anchos entre sus dedos al ver acercarse a Apu Cápac lo observa con cierto interés, quizás con cierto asombro por lo raro que se ve.

—Mi nombre Manutak—dice el batracio humanoide con un tono algo indiferente, pero calmado—. Asumo usted es el representante.
—Lo saludo, Representante. Soy Apu Cápac—se presenta el mago con una leve inclinación—. Y sí, represento a este mundo.
—Muy bien—comenta Manutak aún sonando calmado.

De pronto, cerca del punto de donde brotó Manutak, brotan dos figuras más. Ambas son más corpulentas, si bien siguen teniendo apariencia de batracios. Visten una especie de armadura hecha de un material similar al plástico y además portan lo que parecen ser armas automáticas aunque con cañones algo más anchos. No es posible ver sus caras pues tienen cascos con filtros de aire que cubren por completo sus facciones si bien aún parecen dar visibilidad por lo que parece un amplio vidrio polarizado en el frente. Ambos soldados se posicionan a ambos lados de Manutak. Apu Cápac no parece incómodo ante esto y de nuevo le hace un gesto a su compañero para que se mantenga quieto.

—Sé que no habría venido si no fuera una emergencia—dice Apu Cápac con serenidad—. Hasta donde sé su predecesor vino hace 20 años pidiéndonos ciertas especies de plantas y animales para estudiar la posibilidad de nuevas fuentes de alimento en su mundo. ¿Qué fue de ese proyecto?
—Mi predecesor, lamentablemente, falleció en una revuelta—comenta Manutak, aún sonando algo indiferente a este detalle—. Su proyecto fue saboteado, interrumpido y finalmente descontinuado permanentemente. Hubo quienes creían que era una pérdida de tiempo desde el inicio.
—Lamento oír eso. Entonces, ¿qué es lo que requiere?
—La situación en mi mundo se ha vuelto insostenible. Cada vez más renacuajos y no podemos darles de comer a todos. El espacio se ha agotado en mi mundo y todo escasea. No hay más que caos y violencia por todos lados. Los niveles de contaminación han vuelto ciertas áreas ya prácticamente inhabitables. Y nuestros líderes no harán acción alguna al respecto. ¿Lo entiende? Ya no tenemos espacio en nuestro mundo.
— ¿Quieren asilo? No puedo garantizar que nuestros líderes permitan un éxodo masivo.
—Anticipé eso. Y por lo visto usted también lo que podría suceder. Ha sellado esta área con magia.
—Es una precaución.
—Sí, precaución—dice Manutak con tono áspero—. Por eso, le daré una única oportunidad de remover la protección.

Uros de inmediato nota que algo va mal. Aún antes que los soldados de Manutak apunten con sus armas a su compañero.

—Y hasta allí llegó la diplomacia—comenta el controlador de tierra.

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Y aquí llegamos a un punto interesante en la historia. Los que habitan en el otro lado están desesperados. Sólo imaginen lo que sería de la Tierra si la sobrepoblación alcanzara un límite que vuelve insostenible la vida. Eso ya se puede ver algunas ciudades y países en nuestro mundo. Ahora solo imaginen eso a escala global.

Siempre he creído que los personajes desesperados son los más peligrosos porque son los que tienen nada y todo que perder a la vez.

Así que, esperemos a ver cómo esto se resuelve.

Nos leemos...

jueves, 15 de mayo de 2014

El guerrero y el mago (parte 1)

El guerrero y el mago

Hay muchas clases de personas en este mundo. Los hay quienes motivan al mundo a mejorar. Quienes no creen que el mundo pueda mejorar sin sacrificios. Quienes pueden cambiarlo, pero no quieren. Quienes quieren y no pueden. Y también quienes buscan sencillamente hundirlo más…

Y en un mundo como este, se requiere mucho de la gente adecuada para cada situación, de gente como ninguno.

Aquella misión no era como las otras.


Sentado en una roca a orillas de un gran lago llamado Titicaca un hombre de unos 42 años quien usa un amplio sombrero negro de alas anchas y un abrigador poncho de colores verde, fucsia y amarillo mezclados en intricados diseños, mira el cielo de la tarde con alegría.

El espectáculo que tiene ante sí es vistoso: nubes anaranjadas en un cielo azul reflejado en el lago mismo que ondula con el viento. Si bien esto normalmente haría tiritar a alguien él al menos sigue activo gracias a ciertas precauciones. En vista de que aún faltan algunos minutos para la hora de la reunión, según puede ver en su reloj, decide entonces sacar una flauta de madera y empezar a tocar.

Las notas de algún modo son audibles, como si el viento, los animales y todo lo demás por un momento se hubieran quedado en silencio para escucharlo. Es una tonada melodiosa tranquila y que inspira paz. Sigue así por varios minutos sin parecer perder el aliento.

—Eres impresionante—comenta otro hombre mientras se le acerca, viste una gruesa casaca marrón, pantalones jeans algo gastados y unas botas bastante gruesas en los pies—. ¿Tocas profesionalmente?
—Hola, Uros. ¿Cómo te ha ido? —responde el primero.
—Nada mal—el hombre se quita el sombrero y le sacude polvo así como el que tiene en la ropa—, las fronteras siguen igual que siempre. Últimamente ayudo en agricultura y construcción. El crimen es crimen estándar. No nos requieren para tanto. Esto por otro lado.

Ambos miran a las relativamente tranquilas aguas. El recién llegado vuelve a ponerse su sombrero. Luce algo nervioso.

— ¿Estás seguro de lo que va a pasar? Sé que no sueles equivocarte, pero…—él mismo se detiene antes de terminar.
—Bastante—responde el aludido con serenidad—. Aunque, créeme, quisiera no tener que preocuparme por esto.
— ¿Cuánto tiempo falta? —pregunta Uros.
—Quince minutos para la sincronización.
—Entonces, es hora de la fiesta.

Varios pilares de tierra se elevan alrededor de Uros mientras éste levanta sus brazos. Luego cierra los puños deteniéndolos en su ascenso y estos se comprimen en rocas de tamaño de balones de fútbol.

Nombre Clave: Uros
Poderes: El poder de manipular la tierra, minerales y demás elementos que componen las capas sedimentarias.
Nacionalidad: Bolivia.


— ¿No vas a preparar un hechizo o algo, Cápac?
—Esta es una misión diplomática, Uros—responde el aludido mientras guarda su flauta y extrae un cayado de entre su poncho. Pareciera imposible que una vara así de larga pudiera haber entrado allí, pero su compañero no parece encontrar esto extraño.

Tras decir esto, el primer hombre golpea su cayado contra el suelo. Las rocas que su amigo ha sacado desaparecen mientras los huecos que habían dejado los pilares son rellenados.

—Trazaré un perímetro alrededor del lago. Así no podrán salir, en caso algo salga mal.
— ¿Puede?
—Espero que no.

Cápac se sienta en la tierra. Sujeta el cayado con ambas manos. Lo clava en el suelo frente al lago mientras murmura lo que parecen oraciones. Rezos a espíritus protectores. El viento parece parar, lentamente la superficie del lago se pone en calma y algo similar a una burbuja de humo se extiende desde el báculo por el contorno del lago.

Nombre Clave: Apu Cápac
Poderes: Místico Clase A. Dominio de hechizos restauradores. Maestro de artes adivinatorias. Experto en protección mística.
Nacionalidad: Perú.


—Esto va a tomar tiempo, ¿verdad? —pregunta Uros mientras genera una especie de sillón con tierra y toma asiento cómodamente.
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Y esa es la primera parte de una corta historia que espero tener para la siguiente semana. ¿Que cómo se me ocurrió? Pues estaba creando otra serie de personajes con súper poderes y me di cuenta que tenía muchos personajes basicamente imitaciones de los icónicos de DC y Marvel quienes son geniales y todo, pero son de Norteamérica. Buscando crear héroes algo más apegados a lo que es más familiar conmigo decidí crear algunos latinoamericanos y aquí veremos algunos.

Y por cierto, en caso se pregunten como sería lo que toca Apu Cápac en la flauta, pues me gusta pensar que es esta tonada:



Y con ese detalle los dejo hasta la siguiente parte.

Nos leemos...