jueves, 25 de septiembre de 2014

El guerrero y el mago (parte 12)

En muchas circunstancias, tratar de entrar a un lago lleno de no sólo muchos guerreros hostiles sino de un poderoso hechicero de otro mundo no es la mejor de las ideas. Pero traten de explicarle eso a un militar determinado.

El Coronel vuela al punto de salida de los batracios en el lago. El místico llamado Espejos sigue revolviendo el agua en los alrededores con giros cada vez más cerrados. El mago no puede evitar notar al militar y tras lanzar algunos soldados invasores fuera del camino se apresura el deslizarse hasta alcanzarlo.

—Coronel, ¿necesita ayuda con algo?
—Espejos, ¿verdad?
—Así me dicen.
—¿Puedes sacar al sapo del agua? —pregunta el Coronel mientras manipula algunas varas de metal en el área central de aquella zona.
—No creo, algo me impide manipular el agua aquí—explica el místico—. Pero quizás indirectamente. Aunque necesitaré ayuda de Misti.
—Entonces consíguela—ordena el militar mientras introduce sus varas como lanzas y empieza a revolver el agua—. Si lo sacamos a él. Entonces habremos terminado con todo.

Espejos asiente y levantando su cayado lanza una seña de luz que estalla en el aire captando la atención de su compañera, quien en ese momento está al lado de Uros conteniendo a un grupo regular de soldados que parecen tener algo de agua almacenada dentro de sus gargantas.

—¿Qué es eso? —pregunta el manipulador de tierra mientras se escuda de un chorro y luego lanza piedras a toda la fila frente a ellos.
—Una señal de mi compañero—responde ella mientras empieza a moverse por entre sus atacantes lanzando bolas de fuego que se esfuman al impacto—. Debo ir.
—Les daré una mano.
—Aún debemos derrotar a estos.

Por toda repuesta, Uros golpea la tierra con su pie derecho y pilares sólidos se proyectan desde el suelo, dispersando a todo el grupo que los rodeaba.

—¿Por qué no hiciste eso desde un inicio?
—Quería tenerlos distraídos. Pero creo que lo tuyo es más importante.

Misti le sonríe y ambos se encaminan a la orilla. Uros desplaza un poco de tierra para usarla a modo de tabla de surf. Más de los batracios hacen su aparición saliendo del agua intempestivamente. El viejo místico que los acompañaba entonces cae frente a ellos y tras chasquear sus dedos, hace que los soldados salgan volando en la dirección opuesta a la que se estaban lanzando.

—Yo los contengo—les dice con serenidad—. Ayuden a todos.

Uros asiente y Misti se pega a él sobre la roca para deslizarse hasta el punto donde Espejos y el Coronel se encuentran apartando a los corpulentos soldados que emergen del agua.


Apu Cápac por su lado sigue pasando por el campo de batalla inmovilizando oponentes con ataduras de luz y volviendo su cuerpo neblina para eludir los ataques. Puede percibir a lo lejos a sus compañeros reuniéndose en el lago al lado de El Coronel.

—Espero que no sea lo que me imagino—murmura para sí.

Un soldado salta contra él, cuchillo en mano, pero el mago no tiene ni que mirarlo. Un simple escudo de energía lo rechaza con suma facilidad y él sigue avanzando hacia donde se encuentra la joven llamada Wayra mandando a volar a varios personajes con un ciclón que genera a su alrededor. Ella lo ve aproximarse e inclina la cabeza respetuosamente.

—Wayra, es un gusto verte—dice Apu Cápac por toda respuesta—. Pero de momento necesito que te asegures que no haya gente fuera del domo. Estoy seguro de que a estas alturas ya ha llamado la atención de más de uno y que seguro se están acercando.
—De hecho sí, había gente siguiéndonos—comenta ella—. Pero creo haberlos dejado atrás.
—De todos modos, agradecería que te aseguraras que nadie entre o esté cerca, esto puede estar a punto de ponerse muy peligroso.
—Sí, señor—responde ella y de una alto se eleva en una corriente de aire hacia el exterior.

Apu Cápac entonces nota a joven teniente que hacía un momento estaba junto El Coronel. Parece tener problemas en mantener un grupo de soldados bajo su control, pues aunque están inmóviles no hacen nada contra un segundo grupo que pasa por su lado sin recibir respuesta alguna. El mago entonces se lanza hacia ellos, inmovilizándolos con una atadura conjunta y luego gira hacia el joven.

—¿Está bien?
—Sí, es sólo que no estoy al 100%—comenta el Teniente mientras parece tener la mirada perdida en la superficie lago—. Sigo intentando dar con Manutak. El Coronel quiere que intente aturdirlo para que no se defienda.
—Debes tener cuidado, estoy seguro de que él no tomará una intromisión en su mente nada bien—mira a sus compañeros reunirse con El Coronel—. ¿Dices que lo atacará?
—Sí, quiere acabar con esto de una vez y… espere, lo tengo está…—sus ojos se abren de par en par—. Oh, demonios. Quiere matar a todos y… AHHHHHH…

El joven se lleva ambas manos a la cabeza y de pronto su nariz empieza a sangrar. Tras una ligera sacudida cae al suelo aún con los ojos abiertos y moviéndose en todas direcciones. Su respiración se vuelve muy agitada. El mago de inmediato lanza un hechizo con su mano libre que frena en movimiento de sus ojos, luego apunta con su cayado al pecho del militar y esto regula su respiración. No obstante, éste parece haber quedado desmayado.

—Oh, no…—dice al percatarse de algo gira intentando llamar la atención de sus compañeros, pero otro grupo de soldados emerge—. Esto no es nada bueno…

El grupo se lanza a atacarlo, él sólo se defiende. No sin antes lanzar una esfera de luz al cielo que estalla como fuegos artificiales aunque sin hacer mayor ruido.


En medio del lago, el grupo de místicos parece estar concentrado en el punto que el Coronel ha marcado con sus varillas metálicas. Espejos parece rezar, con sus manos entrelazadas y cabeza agachada. Misti se ha sentado en la roca que Uros mantiene sobre el agua y este último parece algo intranquilo entre ellos. Entonces ven la esfera de luz que Apu Cápac ha lanzado.

—Creo que necesitan ayuda allá—comenta Uros girando a ver al grupo de soldados atacar al mago.
—Sí, creo que Apu Cápac tuvo una charla con tu amigo—comenta Misti mientras se pone en pie—. Creo que esa es una señal de precaución. Quizás debiéramos…
—Lo tengo—dice Espejos abriendo los ojos y separando las manos—. Está aquí y creo poder mover el agua ya.

Mira a El Coronel y a su colega. Ella luce algo insegura.

—Hazlo—ordena el militar con tono severo.

El hechicero de pie en el agua abre ambas manos en una mímica digna de patriarca bíblico y al momento esta se abre en un inmenso remolino quedando él en el aire con El Coronel a unos metros y con Uros y Misti sobre la roca.

Sin embargo, a pesar de haber despejado toda el agua es posible ver en el lecho del lago una burbuja de agua en la que Manutak aún parece estar concentrado en algún hechizo. El agua está tan turbia que no se percibe lo que hay dentro, sólo se aprecian corrientes de diversos tonos de purpura desplazándose.

—Hay que romper eso—ordena El Coronel.
 —Me temo que necesitaré tu roca, amigo—comenta Misti mientras empieza a concentrar fuego en su manos.
—¿Dónde vamos a pararnos entonces?—pregunta Uros, comprensiblemente preocupado.

Su respuesta llega al segundo siguiente cuando El Coronel los envuelve con metal alrededor de la cintura para mantenerlos en el aire. Al momento siguiente Misti pone sus manos en la roca la cual empieza a agrietarse en varias partes de las que escurre magma. Una vez todo está ardiendo ella hace un ademán y lanza todo contra la esfera de agua.

—Creo que sería buena idea apartarnos—dice ella mientras la roca ardiente se acerca a su objetivo.

Todos entonces se alejan del lugar y cuando la roca impacta se produce un gran estallido que arroja vapor de agua y fragmentos de roca. Pero pronto se hace evidente que su ataque no tuvo el efecto deseado cuando Espejos opta por volver a soltar el agua y deslizarse sobre su superficie a toda velocidad hacia ellos.

—Fue muy tarde—dice mientras se les acerca.

De entre el agua emerge un inmenso ser, un colosal elemental de agua oscura con la forma de un inmenso sapo humanoide. Parado sobre su cabeza está Manutak ondeando su báculo y apuntando a sus oponentes.

Apu Cápac mira al elemental por unos segundos y se pone de pie. Justo en ese momento regresa la joven manipuladora de viento.

—Santo Dios—dice mirando al sapo gigante de agua y luego se percata en el el teniente tirado en el piso—. ¿Qué le pasó?
—Estará bien—dice el mago mientras termina de conjurar unos hechizos sobre el joven—. Protégelo hasta que recupere la consciencia. Tenemos un sapo que derribar.

Y tomando forma de niebla, Apu Cápac se desplaza hasta su enemigo.

Este es el momento donde se define la verdadera fortaleza de una persona… y realmente muchas te sorprenden…
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Y se acerca la batalla final. ¿Podrán derrotar a la creación de Manutak? ¿Vendrá algo peor? Todas las respuestas en la siguiente parte...

Nos leemos...

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