viernes, 20 de junio de 2014

El guerrero y el mago (parte 6)

El batallón que ha emergido del lago está conformado por al menos 50 soldados, varios, al menos más de la mitad, van armados con los mismos rifles que los guardias de Manutak, pero otro grupo, de al menos una docena, está desarmado además de poseer una talla mayor al resto. Todos observan los alrededores con curiosidad por un momento, posiblemente asombrados que el domo dorado ilumine como si fuera día en medio de esa noche, no muchos le prestan atención al hecho de que están parados sobre el agua. Un momento después todos abren paso a Manutak quien camina hacia el debilitado Apu Cápac antes de apuntarle con su báculo, pero no lanza ningún hechizo.

—Mátenlos, yo destruiré este domo—ordena el batracio humanoide mientras levanta el báculo al domo y dispara un rayo negro.

El impacto al domo coincide con los primeros disparos.

— ¡Cápac! —grita Uros.

Nada puede hacer el manipulador de tierra, los disparos de plasma impactan contra el mago, pero, para su sorpresa, no le hacen daño alguno. De hecho, éste se pone de pie, con los disparos todavía impactando contra él para confusión de sus atacantes, algunos de los cuales dejan de disparar. Quienes siguen disparando empiezan a acercársele.

—Esto aún no ha terminado. —Sonríe Apu Cápac mientras los mira con calma—. De hecho, no creo que siquiera haya empezado.

Y tras decir esto sopla neblina, blanca, densa y nebulosa, que se expande rápidamente por el lugar al mismo tiempo que su cuerpo se disuelve en ella. Los soldados se miran entre ellos antes de empezar a disparar en todas direcciones. Detrás de ellos Manutak observa como la niebla se expande, cesa su rayo por un momento e intenta disiparla con un hechizo de su báculo pero, al ver que se expande más rápido de lo que esperaba, se limita a aislarse en una burbuja oscura para no ser cubierto por ésta.

—Cesen el fuego—ordena finalmente sonando muy fastidiado. —Despejaré esto.

Los ojos de Manutak se vuelven negros y la esfera oscura que lo rodea empieza a expandirse como si fuera un extraño globo, rápidamente encapsulando a sus tropas y dejando la niebla blanca afuera.

—Para ser un místico, te has limitado a trucos de aprendiz—comenta Manutak mientras avanza entre sus tropas hasta el punto donde el cuerpo de Apu Cápac se disolvió—. Mis fuerzas acabarán con todos aquí. ¿Crees que esto no empezará? Lo hará y toda tu especie caerá.

La esfera oscura llega hasta donde está Uros, pero falla en penetrar el sello, dejando otro pequeño domo dorado dentro del otro. Para cuando termina de expandirla, el brillo intenso del domo ha quedado medianamente opacado, como un lugar con muy poca iluminación.

Manutak parece enfocar más energía oscura pues de sus ojos empieza a brotar algo similar a brea como si fueran lágrimas. Parece intentar expandir el ambiente oscuro fuera del domo pero, eventualmente, falla y cae de rodillas. El ambiente vuelve a verse brillante, como un día soleado.

—Disparen—ordena Manutak hincado en el suelo.

Pero los soldados no parecen escucharlo. Todos están parados donde estaban hacia un momento. Aunque aún sostienen sus armas, ninguno está apuntando a nadie. Parecen estar dormidos de pie, algunos se balancean ligeramente.

— ¿Qué es lo que realmente quieres Manutak?—pregunta la voz incorpórea de Apu Cápac—. Tu gente morirá si intenta un conflicto con nosotros. Yo sólo quiero algo de paz.
—Si es la única manera, lo haré—dice el batracio humanoide y tras un rápido movimiento, lanza un rayo negro de su báculo a un punto por sobre su hombro.

El rayo impacta con una figura invisible, volviéndola de nuevo corpórea. Apu Cápac luce medianamente afectado, pero no cae.

—No quiero matarte—comenta Manutak—. Quita este domo y hablaremos.
—No lo haré—comenta Apu Cápac con seriedad—. Apenas lo haga, me matarás.
—Quizás si te mato, el domo ya no tenga como sustentarse. —El batracio le apunta con su cayado.

Apu Cápac entonces se protege con un escudo de energía cuando el rayo es disparado. El impacto lo hace retroceder ligeramente, pero no por mucho.

— ¡Ayúdenme idiotas! —grita Manutak. Pero sus soldados no reaccionan. El batracio mira a Apu Cápac—. ¿Qué les has hecho?
—Mientras estén en esta área, están libres de toda idea de conflicto, de todo dolor y sólo sienten paz—responde Apu Cápac manteniendo su escudo con calma—. Tus órdenes no pueden afectarles más que eso.
—Lo harán—croa Manutak con rabia cesando su ataque y levantando su báculo contra sus tropas. —No llegué aquí para nada.

Los ojos de Manutak ahora parecen arrojar pequeñas cascadas de materia oscura. De su báculo brotan diferentes líneas de energía que se expanden por el aire como raíces y se adhieren a las cabezas de los soldados.

— ¡Ataquen! —grita Manutak fuera de sí.

Los soldados levantan sus armas y se preparan a abrir fuego.


A algunos metros de allí, Uros se siente impotente al no poder salir de su sello sin arriesgar su vida. Ver a los soldados apuntar a su amigo parece animarlo a salir.

—No te dejaré morir, amigo—dice mientras intenta poner un pie fuera.


Las armas de los soldados salen volando de sus manos y se comprimen en el aire mientras giran, se separan en pequeños pedazos y todos se elevan hasta un punto en el aire. Manutak y Apu Cápac elevan la mirada. El primero con rabia, el segundo con alegría.

—Vaya, vaya, Perú—comenta el Coronel Chile mientras hace que los pedazos de metal orbiten a su alrededor—, ¿es esto demasiado para ti?

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Y esta parte fue algo complicada de seguir pues estaba algo corto de inspiración. Pero al final lo he conseguido. Aquí pueden ver lo diferentes que son Apu Cápac y Manutak. El primero no es del tipo agresivo, sus hechizos son para desarmar, proteger, curar o escudar. No es un atacante. Manutak por otro lado es totalmente violento al punto que no le importa usar a sus tropas como títeres. Y ahora El Coronel ha llegado y es el momento del combate.

Nos leemos...

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