Ok, a estas alturas ya deben de saber que primero deberían ver el video pues lo que sigue es básicamente un spoiler tras otro, pero, por precaución...
¡ALERTA DE SPOILER! ¡MIREN EL VIDEO PRIMERO! (Y tengan un pañuelo si creen que podrían necesitarlo)
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Esta historia es triste...
Es sencilla y llanamente triste...
Apenas leí el nombre de Durotan supe que sería una historia interesante de ver pues se trata del padre de uno de mis personajes favoritos en el juego: Thrall, un poderoso chamán orco que lidera a la horda en los juegos.
En fin, de vuelta con Durotan. La historia empieza cuando la madre del joven orco es mordida por lagarto y queda en lo que parece ser un coma profundo del cual podría o no despertar. La discusión que prosigue revela lo corto de carácter que es el joven Durotan, a pesar de pertenecer a un clan que se precia de controlar sus emociones. Y sí, es interesante ver que existe un clan así en una especie que es muy conocida por ser salvaje y brutal. Saber que existen elementos de su sociedad que son más autocontrolados es un dato interesante.
El nudo es interesante, Durotan y su fiel lobo, Colmitormenta, se quedan a vigilar la madre del primero, dejados atrás por el resto. Vemos llegar al primer lobo y, aunque lo derrotan, saben que pronto estarán rodeados de una manada entera.
Todo el climax es brutal. La forma en la que las imágenes se ven tan dinámicas es digna de apreciar. Vemos allí a Durotan perder por completo el control, se ve cegado por la ira y acabar con todos los animales... sólo la voz de su madre lo saca de ese frenesí. Es entonces que finalmente ve lo que ha hecho: sangre en sus manos y el cadáver de su fiel compañero, el lobo, frente a él. Lo que su madre le dice luego no hace las cosas mejor: "Habría preferido morir a ver a mi hijo convertirse en un monstruo".
El hecho de que Durotan eligiera usar la piel de Colmitormenta es genial, quizás algo pertubador para algunos, pero a mí me parece la mejor manera de recordar lo que puede pasar cuando nos dejamos cegar por la ira... una lección que el Jefe de Guerra nunca olvidaría.
Nos leemos...