martes, 16 de junio de 2009

La supervivencia del más apto
Historia de Edwin Rodríguez Condori

Arco: El Asesino
Parte 1:

En el exterior de una academia de la ciudad, algo está a punto de empezar. Algunos alumnos están saliendo y otros conversando a la entrada. Al frente, cruzando la calle están dos personas uno con chompa negra, jeans oscuros y sucios, lentes oscuros y un gorro negro con un círculo blanco en medio, el otro tiene una chompa crema, un pantalón verde oscuro y un par de lentes de los cuales un vidrio está rajado. El primero sin mirar al segundo hace una pregunta.

-¿Quién?
-Ella.-responde el otro resignado, desviando la mirada de a quien señala.

Se ve a una chica sentado en una banca a un lado de la entrada, rodeada de muchos muchachos, todos con la cara babeante y perdida mirándola. Entonces, el asesino saca un arma, una pistola. Se enfoca el lado derecho de su cara, en específico el ojo derecho que está cubierto por el lente oscuro de sus gafas, en él se refleja a su víctima.

-Bien.-dice simplemente y carga la pistola.

La chica está hablando con uno de los chicos, animada, feliz… entonces un disparo le da de lleno en la cabeza. Un grito resuena, muchos se agachan, unos cuantos miran hacia el lugar del cual vino el disparo, pero aunque ven el mismo punto donde sólo hace un momento estaban parados los dos sujetos misteriosos, no hay nadie.

En un colegio, cuyo portón está abierto de par en par mientras muchos niños salen al término de las clases, todos lucen despreocupados. Una vez más, cruzando la avenida delante de un árbol, el asesino está recostado con aire aburrido mientras el otro está cerca y se le nota nervioso.

-¿Quién?-pregunta una vez más con la misma simpleza.

Esta vez el secuaz demora un tiempo en responder, pero al final igual señala a alguien…

-Él-dice mientras levanta su dedo hacia una familia, un niño s recibido por sus padres-El niño…

Una niña ve como señalan al niño y se queda mirando.

-Bien-responde el asesino sacando su arma para dar el tiro.

La niña da un grito que llama la atención de todos mientras señala a un punto. Cuando todos miran se dan cuenta de que frente al árbol no hay absolutamente nadie.

La niña sigue señalando el árbol con su dedo en medio de un grupo de personas

-Había un señor con un arma-dice, pero nadie parece tomarla en serio.

En una azotea con dos viejos cordeles con la pierna derecha sobre el pequeño muro del borde y con la mano que sostiene el arma sobre su rodilla el asesino mira a lo lejos. Mientras su compañero lo mira desde los cordeles con expresión atónita… El asesino luce furioso…

-Se salvó…-empieza a decir con amargura.

Se enfoca su rostro que tiene una cicatriz en la mejilla izquierda y una expresión de lo más maligna.

-…por hoy.

-Eso fue excesivo… era un niño.-replica el secuaz.
-Calla- contesta el asesino sin voltear a mirar siquiera.
-¿Sabes que en algún momento nos atraparán, no?
-Me llega…-mira el horizonte, donde ya cae la tarde-Mmm… Ya se hace de noche…

El secuaz tiene una mirada preocupada y temerosa ante este mensaje. El asesino se da la vuelta y lo mira.

Continuará...

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